7M. No todo lo que brilla es sol

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Primer análisis de la hecatombe electoral originada ayer y el factor de votos nulos.

Miguel Lawner (*). Santiago. 8/5/2023. Ninguno de los comentarios posteriores al resultado electoral le ha atribuido un significado político al inusitado número de votos nulos y blancos,  registrados en la elección efectuada ayer y ocurre que, entre ambos, sumaron más de un 20%, cifra inmensamente superior a la normal, que siempre osciló en torno al 2 o 3%.

Todos estamos enterados que un número considerable de personas y/o organizaciones de izquierda, llamaron a votar en blanco o anular el voto.

Yo mismo, recuerden, en un arrebato legítimo de ira, afirmé en diciembre del año pasado, que probablemente me abstendría de votar, cuando nos enteramos del procedimiento bárbaramente excluyente acordado por el Parlamento chileno, para regular el actual proceso constitucional. 

Por cierto, que con el ánimo sereno deseché semejante conducta, ajena a la conducta de las fuerzas progresistas en la historia política de Chile, como muy bien nos enseñaron Luis Emilio Recabarren y Salvador Allende, por mencionar solo un par de nuestros más ilustres políticos chilenos.

No cabe duda que el inusitado número de votos nulos y blancos en esta elección, corresponden a personas de izquierda, que así expresaron su repudio al infame acuerdo que reguló el proceso constitucional en marcha. Sumados los votos nulos: 2.108.028 y blancos: 565.497, alcanzan la cifra de 2.673.525.  

Si asumimos que solo el 50% de estos votos: 1.336.762, corresponden a votantes tradicionalmente de izquierda y los sumamos a la cifra obtenida por la lista D: 2.782.956, alcanzamos la cifra de 4.119.718 sufragios, con lo cual, nuestra coalición habría arrasado en el las elecciones, alcanzando una cómoda mayoría de concejales, que habrían evitado la generación de un texto constitucional contrario a las aspiraciones de una mayoría nacional legítimamente resuelta a poner fin a la maldita Constitución pinochetista. 

Dirán que es un consuelo de tontos. No lo creo. Las cifras son contundentes y marginar de las conclusiones políticas los alcances del voto nulo y blanco es una conducta deshonesta, porque todos estamos enterados que esta vez, alcanzaron tan alto porcentaje, porque un número no menor de personas y organizaciones de izquierda o ultraizquierda convocaron a anular el voto. 

Además, debemos añadir, que el actual Parlamento impuso el número de 50 concejeros a ser electos, en conformidad con las normas que regulan la elección del Senado, procedimiento antidemocrático, por cuanto no calza con la debida proporcionalidad para ser electo. Es un mecanismo que perjudica abiertamente a las Regiones más pobladas.

En esta elección, por ejemplo, Karen Araya, representante del PC en la Región Metropolitana necesitó 492.746 votos para ser electa, mientras que a Carlos Recondo, representante de la UDI en la Región de Aysén, le bastaron 37.125 votos para ser elegido. 

Digamos que este análisis no es un consuelo de tontos. Creo que reúne fundamentos legítimos para tenerlo presente. Con todo, está claro que nuestra tarea es ahora cuesta arriba, sobre todo en el plano subjetivo, que es fundamental para entusiasmar a cualquiera, pero los porfiados hechos no han cambiado. Los niveles de explotación de los seres humanos y de los recursos naturales continúan vigentes y en algún momento las vanguardias políticas progresistas, sabrán recuperar el sentido común y agrupar fuerzas, desechando las rencillas menores que nos dividen. 

(*)Miguel Lawner. Premio Nacional de Arquitectura, fue director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) en el Gobierno de Salvador Allende, académico en universidades chilenas y del extranjero.