“La memoria no es patrimonio exclusivo de nuestros antecesores, sino que es nuestra hoja de ruta”.
Daniela Serrano. Diputada. Presidenta de las Juventudes Comunistas. Valparaíso. 6/9/2023. La conmemoración de los 50 años del golpe de Estado ha sido parte de la agenda mediática las últimas semanas. Entre los dichos cruzados, los grandes medios han dado manga ancha a quienes, de manera aventurada, invitan a un pacto con mirada de “futuro”, donde la teoría del empate y las argumentaciones ligeras de sus justificaciones han sido parte del camino que busca “dar vuelta la página”.
Diversos estudios y publicaciones se han hecho sobre el golpe de Estado y la relación de las nuevas generaciones. Una de ellas fue la encuesta del Barómetro de la Política Cerc-Mori, la que arrojó resultados como que “a 50 años del golpe de Estado, el 41% de los jóvenes chilenos afirma saber poco o nada de la dictadura” o que “más del 70% de la población actual en Chile no había nacido para el Golpe de Estado”, por lo que el desafío y deber es involucrar a las nuevas generaciones.
Entonces quiero traer a colación lo que significa ser joven y conmemorar los 50 años.
Para hablar de futuro, ineludiblemente nos tenemos que hacer cargo del pasado, tanto las nuevas generaciones, como aquellas que nos antecedieron. Por lo tanto, para abordar la importante tarea de construir proyectos del mañana es fundamental definir la memoria como una pieza irremplazable.
Muchas veces a la juventud se nos ha impugnado malamente el “creer que la historia comienza en nosotros”; sin embargo, cuando queremos rescatar los elementos del pasado se nos objeta aplicando la vieja y mañosa fórmula “ustedes no lo vivieron”.
Es por eso, que ante tanta invitación que hemos recibido a analizar críticamente la historia, hay quienes hemos optado porque esa reflexión se transforme en una urgente reivindicación de un proyecto que quedó inconcluso y que hoy entendemos como una herramienta necesaria para construir un futuro más justo y democrático.
Somos precisamente los jóvenes los primeros llamados a colaborar con los nuevos procesos sociales. Como dijo alguna vez el Compañero Presidente, Salvador Allende, la juventud es el gran motor de avance de nuestra sociedad, y él lo entendía con tal convicción que hoy, recordar sus palabras a 50 años del golpe civil-militar es una inyección de esperanza: “Les pediría a los jóvenes entusiasmo, alegría y pasión revolucionaria, que discutan, que exijan soluciones, que impulsen el cumplimiento de sus reivindicaciones, si es necesario obligar a algunas autoridades que anden con el tranco lento. Pero sobre todo les pediría que participen en la construcción de Chile Nuevo”.
Así lo hicieron cientos de jóvenes que se transformaron en sus más fervientes partidarios, y es que juventud y cambio son palabras que históricamente han ido de la mano. Así lo reconocía el Compañero Presidente quién afirmaba que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
Pero, para avanzar hacia el cambio y construir nuevos horizontes, debemos ineludiblemente mirar hacia el pasado. Hoy, más que nunca, a 50 años del golpe militar, las y los jóvenes de Chile debemos construir una mirada que ponga en el centro la democracia y los derechos humanos, honrando la memoria de aquellos jóvenes que confiaron en un proyecto político fundado en las ideas de justicia e igualdad, y a través de su fuerza joven y transformadora, acompañaron el proceso democrático de la Unidad Popular.
La memoria no es patrimonio exclusivo de nuestros antecesores, sino que es nuestra hoja de ruta. La memoria es para las nuevas generaciones el recordatorio de lo que no queremos que se repita, y la herencia de una juventud que apoyó con plena convicción el diseño del nuevo Chile que les fue arrebatado.
Hoy, como juventud, reivindicamos el proyecto de la Unidad Popular con la ardiente convicción de que el espíritu revolucionario que se desplegaba en aquellos 1000 días, hoy habita en las nuevas generaciones.