50 años del golpe de Estado en Uruguay. “¡Viva la Huelga General!”

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*El golpe de Estado del 27 de junio lo dan la oligarquía y los fascistas, con uniforme y sin él. Porque necesitaban quebrar la resistencia popular para implementar un gigantesco ajuste que les garantizara el mantenimiento de sus privilegios. Para cortar el proceso de acumulación de fuerzas del pueblo uruguayo, la unidad de los trabajadores en la CNT, la unidad de la izquierda sin exclusiones en el Frente Amplio. Porque se sentían amenazados por el ejemplo de Cuba revolucionaria y también por la esperanza que significaba la Chile de Salvador Allende. Porque era parte de la estrategia continental de dominación del imperialismo yanqui, que pobló de dictaduras nuestra América Latina, al antecedente del golpe en Brasil, ya citado, hay que sumar el casi inmediato golpe en Chile, en setiembre de 1973 y el de Argentina en 1976.

“El Popular” (*) (**). Montevideo. 26/7/2023. Este 27 de junio se cumplen 50 años del golpe de Estado dado en Uruguay por Juan María Bordaberry, presidente electo por el Partido Colorado y de la respuesta popular, en particular de las y los trabajadores organizados en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), con la Huelga General.

Son dos hechos que van indisolublemente unidos y la Huelga General es de una relevancia histórica fundamental, por eso el 27 de junio, y no otras fechas, es, oficialmente el “Día de la resistencia y la defensa de la democracia”.

Desde el mismo momento en que Bordaberry, latifundista, vinculado a la Asociación Rural, fascista confeso, admirador de Franco, electo por el Partido Colorado y respaldado en su gobierno por los sectores de derecha del Partido Nacional, dio el Golpe de Estado, con el decreto Nº 464/973, se inició la operación de mentiras para justificarlo. Bordaberry que disolvió el Parlamento y creó un Consejo de Estado, dijo en un “mensaje a la nación”, precedido por marchas castrenses, que lo hacía en defensa de la democracia, para frenar al marxismo internacional que atacaba “la nación” y “nuestro estilo de vida”.

Medio siglo después esa operación sigue. Con un revestimiento de academicismo y objetividad, se pretende discutir no solo los motivos del golpe y sus protagonistas, también hasta la fecha y, por supuesto, minimizar o directamente invisibilizar la Huelga General.

Es cierto que el golpe de Estado fue parte de un proceso. Comienza a fines de la década del 50 del siglo pasado, cuando en respuesta a una crisis estructural de nuestra sociedad las clases dominantes profundizan su dependencia del imperialismo con la firma de la primera Carta de Intención con el FMI y los primeros convenios de “colaboración” con la CIA y el FBI, que generalizan el espionaje, la infiltración, la acción de grupos fascistas y nazis y la tortura como práctica sistemática. Tiene un punto central en 1964, cuando se da el golpe de Estado en Brasil y aquí se intenta replicarlo por grupos fascistas y un papel relevante del general Aguerrondo, luego candidato presidencial del Herrerismo. Se continúa con la presencia directa de representantes de la oligarquía en el gobierno encabezado por el colorado Jorge Pacheco Areco y tiene un momento clave en 1968, con la implementación de las Medidas Prontas de Seguridad, la represión desatada, los mártires estudiantiles, Líber, Hugo Susana, Heber, la persecución a los sindicatos. En el año 1972, con la votación de Ley de Guerra Interna, que interviene de hecho el Poder Judicial, dándole potestades a los Tribunales Militares para juzgar a los civiles. 

El golpe de Estado del 27 de junio lo dan la oligarquía y los fascistas, con uniforme y sin él. Porque necesitaban quebrar la resistencia popular para implementar un gigantesco ajuste que les garantizara el mantenimiento de sus privilegios. Para cortar el proceso de acumulación de fuerzas del pueblo uruguayo, la unidad de los trabajadores en la CNT, la unidad de la izquierda sin exclusiones en el Frente Amplio. Porque se sentían amenazados por el ejemplo de Cuba revolucionaria y también por la esperanza que significaba la Chile de Salvador Allende. Porque era parte de la estrategia continental de dominación del imperialismo yanqui, que pobló de dictaduras nuestra América Latina, al antecedente del golpe en Brasil, ya citado, hay que sumar el casi inmediato golpe en Chile, en setiembre de 1973 y el de Argentina en 1976.

Esas fueron las razones del golpe de Estado, aunque hoy se busquen construir relatos interesados, como la teoría de los dos demonios, para lavar las responsabilidades históricas.

Por eso la caracterización de fascista del golpe y de la dictadura, no estamos hablando de un debate académico, de fórmulas rígidas que se aplicarían a la realidad como un papel de calcar. Estamos hablando del carácter de clase del golpe, de que inició la dictadura terrorista abierta del capital financiero y la oligarquía, de su imbricación orgánica con el imperialismo y de la utilización del terrorismo de Estado como herramienta privilegiada de dominación, con un plan sistemático de espionaje, vigilancia, tortura, cárcel, asesinato y desaparición, contra toda la sociedad, contra el movimiento popular, en especial el movimiento sindical y contra la izquierda. Por eso fascista.

Eso fue lo que enfrentó la Huelga General. El historiador Carlos Demassi, en una reciente charla organizada por la Fundación Líber Seregni y el Frente Amplio, explicó que la definición de los golpes de Estado se da por sus aspectos institucionales y también por la respuesta a estos, por su contexto. Indicó que el golpe de Estado de Terra, en 1933, estuvo marcado por el suicidio de Baltasar Brum, un acto heroico, individual. El de 1973, agregó, el de Bordaberry, está marcado por la Huelga General, por la respuesta de miles de trabajadoras y trabajadores organizados y que por eso es un hecho de una enorme relevancia.

Antes de la fundación de la CNT, en 1964, ante el golpe en Brasil y la intentona en Uruguay, el movimiento sindical uruguayo resolvió que respondería con una Huelga General a un golpe de Estado. Esta decisión fue discutida en cientos de asambleas y ratificada en dos Congresos de la CNT y antes en el Congreso del Pueblo.

En la madrugada del 27 de junio, con tanques y tropas desplegadas en las calles, la CNT lanza la consigna de la Huelga General con ocupación de los lugares de trabajo. Miles de trabajadores ocuparon en defensa de la democracia y la libertad. Los estudiantes ocuparon en las facultades y se sumaron los estudiantes de secundaria y UTU. La Universidad de la República apoyó la Huelga y también el Sindicato Médico del Uruguay.

Miles de hombres y mujeres, de muchachas y muchachos, escribieron una de las páginas más hermosas de la historia nacional. La Huelga General, huelga política, acción masiva organizada, acción independiente de la clase obrera y el movimiento popular, en defensa de la libertad y la democracia, de una perspectiva de independencia y emancipación social, solo resiste comparación con el Éxodo del Pueblo Oriental. Tiene esa raíz artiguista, la verdadera, profundamente popular.

Los 15 días de Huelga General son un ejemplo, cientos fueron apaleados y detenidos. Los estudiantes pagaron con sangre su compromiso democrático: durante la huelga fueron asesinados Ramón Peré y Walter Medina. La dictadura respondió con la ilegalización de la CNT y la orden de captura para toda su dirección. Hubo miles de despedidos, por las patronales que convocaban con solicitadas en el diario El País a concurrir a trabajar. 

Es cierto que la Huelga General no logró frenar la instalación de la dictadura, entre otras cosas porque salvo la del FA, no contó con un amplio respaldo político para hacerlo. Pero sin Huelga General la resistencia permanente de 11 años hubiera sido imposible o más difícil. Son legítimos los debates sobre si la Huelga debió declararse antes, levantarse después, pasar o no a otras formas de enfrentamiento a la dictadura. Lo que no se puede es negar la Huelga General y su importancia.

Antes de finalizar estas líneas, es imprescindible destacar el papel jugado por el diario El Popular en la Huelga General. El Popular fue el diario de la Huelga, enfrentando clausuras, el asalto fascista a sus instalaciones el 9 de julio y la detención de todas y todos sus trabajadores, antes apaleados y víctimas de un simulacro de fusilamiento en pleno 18 de Julio. 

No habría sido posible derrotar a la dictadura sin el compromiso de todo el movimiento popular, de todo el FA y de importantes sectores democráticos de los partidos tradicionales. Eso es así, pero el papel de las y los comunistas también forma parte de esa historia y no debe ser olvidado.

(*)Extracto del Editorial de la edición 637 del semanario El Popular de Uruguay.

(**)Medio colaborativo con El Siglo.