Los 81 años de El Siglo en el sistema de medios chileno, como uno de los decanos de la prensa nacional.
“El Siglo”. El Editorial. 27/08/2021. Este 31 de agosto de 2021 el periódico El Siglo cumple 81 años de existencia. Es uno de los medios más antiguos de la prensa chilena. Durante más de ocho décadas ha sido protagonista de procesos sociales y políticos, asimiló los avances de nuevas tecnologías hasta la era digital de hoy, resistió embates represivos y oscurantistas sufriendo la censura y la persecución, y se instaló como uno de los decanos de la prensa nacional.
La permanencia de El Siglo radica en la convicción originaria de que es necesaria, dentro del campo de las comunicaciones en Chile, la existencia de la prensa popular, social, contrahegemónica, comprometida con las luchas por una sociedad justa, equitativa y realmente democrática.
Este periódico nació pocos años después de que grupos de oligarcas fundaran sus diarios, sabiendo ellos de la necesidad de contar con instrumentos periodísticos. Esos diarios los fundaron grandes empresarios. Este periódico lo crearon los trabajadores y se sustentó en el pueblo.
El Siglo fue la respuesta a la necesidad de fortalecer la prensa popular como instrumento propio y alternativo, y no dejarle el campo abierto a los conservadores y dueños de consorcios privados.
Fue un continuador de la idea y precepto de Luis Emilio Recabarren al fundar la prensa obrera con El Despertar de los Trabajadores -entre otros- de contar con una herramienta para ilustrar, debatir, informar, organizar y educar al pueblo. Por ello, el Partido Comunista asumió de manera decisiva la creación, desarrollo y fortaleza de El Siglo.
La prensa conservadora se quiso erigir como “objetiva” y “seria”, aparentemente sin compromisos políticos, ideológicos o con sectores económicos hegemónicos, lo que quedó demostrado como una falacia inmensa y engañadora, al revisar su comportamiento periodístico frente a matanzas de obreros y campesinos, asonadas golpistas y anticonstitucionales, procesos transformadores y reformistas y luchas sociales. La prensa conservadora de este país, para hablar de tiempos contemporáneos, mintió y distorsionó los hechos respecto a asesinatos y desapariciones de cientos de compatriotas, respaldó un golpe de Estado y la censura de medios populares y de izquierda, aceptó recibir financiamiento de otro país para realizar operaciones comunicacionales en contra de un Gobierno nacional, y en los últimos años editorializa en contra de los proyectos de transformación, representaciones populares y el proceso constituyente.
En contrapunto, El Siglo jamás escondió su línea editorial de compromiso con proyectos transformadores y como una herramienta periodística para contribuir en las luchas por una sociedad socialmente justa, económicamente equitativa y democráticamente participativa. Eso es un puntal en su permanencia.
Una permanencia que consideró un periodismo de calidad, profesional, veraz, creativo y militante. Un periodismo que diera cuenta de los avances tecnológicos, así como de los nuevos marcos de debate e ideario. Un periodismo que fuera al ritmo de la historia y de los procesos sociales y políticos. Que contribuyera a una mirada crítica, a los debates y la batalla ideológica.
Una permanencia que se hizo posible por esfuerzos denodados de las y los fundadores el 31 de agosto de 1940 -herederos de la prensa obrera cimentada por Luis Emilio Recabarren-, y los actos heroicos de integrantes del periódico en los periodos de clandestinidad durante la vigencia de “la ley maldita” de González Videla y de la dictadura cívico-militar instalada entre 1973 y 1990. También por el esfuerzo, emprendimiento, gestión, voluntad, creatividad y compromiso de periodistas, trabajadores de imprentas, personal administrativo y colaboradores, que cumplieron una labor encomiable en diversos períodos, durante décadas, sobre todo en los tres años del Gobierno del Presidente Salvador Allende, y en esta etapa pos dictatorial.
Durante muchísimos años fue fundamental la labor de linotipistas e impresores, trabajadoras y trabajadores que laboraron en la Imprenta Horizonte.
La de El Siglo es una permanencia que batalla contra imposiciones mediáticas e interesadas con ideas como que “la gente ya no lee”, “el pueblo no analiza” o “ahora la llevan los 140 caracteres”, que a final de cuentas buscan establecer el oscurantismo, la ignorancia, la mediocridad o las limitaciones en el conocimiento y la comprensión de la realidad.
Es, en definitiva, la necesidad imperiosa de reconocer a la prensa popular del siglo XXI como herramienta útil para el pueblo, la batalla de las ideas, garantizar el derecho a la información, el equilibrio comunicacional y la comprensión de los procesos.
Por cierto, permanencia que va y debe ir de la mano del uso de las nuevas tecnologías, de la calidad y destreza, de la apertura y fluidez, de la buena gestión, de la obtención de recursos, que deben ser bastiones de la prensa del pueblo.
Un sello de pertenencia
El Siglo tiene también un sello de pertenencia al identificarse con las causas de las y los trabajadores, de la juventud, de las mujeres, de los intelectuales y artistas, de indígenas y campesinos, de pobladores, de defensoras y defensores de los derechos humanos, del latinoamericanismo.
Cuántas y cuántos miles de chilenas y chilenos se identificaron y se identifican con este periódico y lo sienten suyo. Cuántas y cuántos lo distribuyeron y lo promovieron, cuántas y cuántos el día de hoy lo apoyan y lo sostienen. Cuántas y cuántos reclaman la existencia de este periódico como una herramienta de información y análisis. Cómo olvidar los relatos emocionantes de mujeres y hombres del pueblo que cuentan que aprendieron a leer a través de las páginas de El Siglo, y cómo no tener presentes los testimonios de quienes hoy narran que esperan con ansiedad lo que salga en este periódico para tener una mirada alternativa frente a un campo comunicacional hegemonizado por sectores conservadores y del poder financiero.
Para un importante segmento de la sociedad chilena, El Siglo les da un sentido de pertenencia y para amplios sectores del país, El Siglo representa una pertenencia de ideario en que el periódico es coherente y persistente.
Hay en sectores sociales, de la izquierda, de las fuerzas populares, una identidad respecto a lo que fue y es el periódico El Siglo. Por lo demás, su sello, su impronta y su permanencia es algo reconocido extendidamente en el país, incluso en segmentos contrarios a la línea editorial del periódico.
El sentido de continuidad
En la actualidad los desafíos son mayores. Como lo fueron en otros períodos del país en estas ocho décadas. Son desafíos acorde a las realidades del siglo XXI, no solo en cuanto al advenimiento de la era digital, sino a tesis en el campo de las comunicaciones que llegan a sostener que los periódicos desaparecerán y que la gente pierde interés en la información veraz y precisa y en los análisis de fondo y explicativos.
Pero los hechos van demostrando que, finalmente, el asunto es no hacer entrar en contradicción el desarrollo tecnológico con el desarrollo del pensamiento.
En una perspectiva ideológica transformadora, la tecnología y las nuevas condiciones de las comunicaciones, deben servir para fortalecer la ilustración, la información, la educación, la convocatoria, la organización del pueblo y sus fuerzas representativas.
En esa línea, en El Siglo creemos en la complementación de los medios, es decir, que cada instrumento, como las redes sociales y la prensa en sus diversos formatos, cumplan su rol y no se anulen.
No perder de vista que los sectores conservadores precisamente hacen eso. El tema no es técnico ni meramente mediático, es ideológico, comunicacional y cultural.
Al mismo tiempo, es imprescindible que el pueblo, a través de sus organizaciones, y las fuerzas políticas transformadoras, a través de sus partidos y movimientos, presten atención y asistencia a los medios populares y establezcan un real compromiso de apoyo y sustentación, porque es la única posibilidad de sobrevivencia y desarrollo de la prensa alternativa. Junto a la persistencia de una batalla constitucional para que el Estado, como en muchísimos países, sea garante del equilibrio informativo en el país.
Lo anterior en cuanto a las fuerzas sociales y políticas, no tiene que ver solamente con aspectos de recursos y financiamientos, sino también con otorgar la importancia política y comunicacional a los medios propios, contribuir como fuentes de información y debates, alimentarlos de insumos comunicacionales e informativos, y romper cierta tendencia a caer en el cuadro monopólico de la prensa conservadora.
Si la prensa conservadora y hegemónica, en el más amplio sentido, depende de grupos financieros privados nacionales y trasnacionales, de consorcios empresariales, de grupos orgánicos conservadores, la prensa popular y alternativa depende de las fuerzas sociales y políticas populares, transformadoras y representativas de sectores de la sociedad.
El Siglo, hasta ahora, sobrevivió como periódico, lo que no ocurrió con una veintena de medios alternativos y populares. Prosiguió consagrándose en su voz diferenciada y alternativa. Continúo un arduo esfuerzo por sostener una alta calidad de contenidos. Persistió en dar cuenta, hasta donde los recursos lo posibilitaron, de los avances tecnológicos y su uso en beneficio periodístico. Abrió el abanico informativo y analítico, dando cuenta de una sociedad que cambió. No perdió un milímetro su línea editorial. Con errores y déficit, con aprendizajes y cavilaciones.
Como sea, en sus 81 años, gracias el esfuerzo de tantas y tantos, El Siglo sigue permaneciendo y con un sello de pertenencia.