Intervención de Guillermo Teillier, Presidente del Partido Comunista de Chile, en seminario telemático el pasado 20 de mayo, organizado por el Partido Comunista de China en el marco de su Centenario, con los partidos comunistas de América Latina.
Guillermo Teillier del Valle. Presidente del Partido Comunista de Chile. 05/2021. Estimadas compañeras y compañeros del Departamento Internacional del Comité Central del Partido Comunista de China.
Delegaciones de los distintos partidos que concurren a este evento.
Reciban el saludo fraternal del Partido Comunista de Chile, en los albores de este significativo aniversario, que hacemos extensivo de manera muy especial al camarada Xi Jinping, a los militantes del Partido y al pueblo chino.
Deseamos también expresar nuestra alta valoración por la organización de este encuentro, como un interesante espacio para el intercambio de nuestras experiencias y visiones, en el marco de nuestro compromiso compartido de incidir en la construcción de una nueva sociedad, orientada en los principios del socialismo, la justicia social, la paz mundial, la soberanía de los pueblos, la solidaridad y la cooperación y, en fin, el desarrollo pleno de la Humanidad y su entorno natural.
En nuestro reciente Congreso Nacional, hemos reafirmado la convicción de que los pueblos del mundo nos encontramos frente al inicio de una nueva era, que lleva la impronta del término de la Guerra Fría luego de la desaparición del socialismo imperante en Europa, la aguda crisis del capitalismo neoliberal, la multiplicación de los estallidos y levantamientos de los pueblos, que ya no están dispuestos a seguir viviendo como hasta ahora y reclaman su derecho a definir soberanamente su propio destino.
La situación se ha visto agravada por la pandemia, que ha afectado en forma particularmente severa a los pueblos bajo regímenes neoliberales, alcanzando niveles dramáticos de falta de empleos e incremento de la pobreza.
El mundo hoy es también más globalizado e interdependiente; el desarrollo de la ciencia y las nuevas tecnologías han incidido profundamente en las formas de producir, en la velocidad de las comunicaciones; en la educación, la cultura y nuestra vida cotidiana. Mientras las ciencias y tecnologías, máximas creaciones de la inteligencia humana, son controladas por grandes corporaciones privadas, estas se traducen en un entramado cuyo fin es el incremento de la concentración de la riqueza, el aumento de la desigualdad y el sometimiento de los pueblos.
En este contexto, cuando los preceptos instaurados por los acuerdos de Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, son interpelados, incluso, por sus propios seguidores de antaño, ante su obsolescencia para dar respuesta a las demandas de países y pueblos, la presencia de China en la arena internacional es percibida como un referente ineludible en la configuración de un nuevo orden mundial.
Sus notables logros en la superación de la pobreza y el desarrollo económico, social, científico y cultural; su solidaridad con otros pueblos golpeados por la pandemia y su disposición a la solidaridad y la cooperación internacional, así como su rol en el desarrollo de la multilateralidad caracterizado por la solución pacífica de las diferencias, el intercambio comercial de beneficio mutuo orientado al desarrollo, la cooperación y la defensa del planeta y su medio ambiente, son aspectos imposibles de obviar en el mundo actual, donde los destinos de nuestros pueblos se encuentran cada vez más entrelazados. Vivimos tiempos marcados por una profunda lucha ideológica. Ante la crisis, los pueblos debaten sobre las distintas formas que debería adquirir la sociedad del futuro.
El pueblo chino, bajo la conducción de su Partido, ha definido la ruta caracterizada por el socialismo con particularidades chinas conforme a su historia concreta, su idiosincrasia y su cultura, tomando los principios del socialismo como la base para la construcción de una sociedad socialista en el mundo actual.
Su experiencia, no nos cabe duda, constituye una referencia imprescindible para la lucha de otros pueblos que procuran su emancipación y la construcción de su propio destino, también conforme a sus propias particularidades. Lo esencial, como ocurre en China, es que el pueblo sea el protagonista y motor de la construcción de la nueva sociedad.
Y ha sido esa nuestra experiencia. La historia nos ha enseñado la imposibilidad de trasladar mecánicamente las experiencias de un pueblo a otro, sino que a considerar y estudiar nuestras propias particularidades como lo principal para la construcción de un proyecto emancipador. Ese fue nuestro propósito con la conquista del Gobierno Popular de Salvador Allende en 1970 a través de una batalla electoral, bajo la institucionalidad establecida, pero que se proponía construir el socialismo, propósito que sigue vigente bajo nuevas condiciones.
El Partido Comunista de China encabezó la lucha por liberar a su pueblo de la dominación extranjera, construir su propia soberanía y ser el artífice de los logros en su desarrollo. El impulso de la Apertura y la Reforma han sido las claves para fortalecer el proceso productivo, avances que hoy fortalecen la esperanza de otros pueblos, de que otro mundo es posible. Ha demostrado al mundo su experiencia para la superación de la pobreza y nos va demostrando, de acuerdo a su propia realidad, un ejemplo exitoso de la construcción del marxismo para los días actuales.
En Chile, en que la inmensa mayoría del pueblo sufre por las consecuencias de la desigualdad extrema y de la apropiación por parte de muy pocos de la riqueza del país, se fortalece el imperativo de un nuevo modelo de desarrollo que supere la dependencia extrema de la exportación de materias primas, diversifique su economía, desarrolle las tecnologías y la investigación e innovación científicas, que ponga freno a la depredación de nuestro medio ambiente, entregue dignidad a los trabajadores, tenga en el centro los derechos de las personas y se relacione con el mundo en base a la cooperación y el beneficio mutuo.
El pueblo chileno está manifestando la convicción de que al finalizar la pandemia del Covid-19, el país y el mundo en crisis ya no podrán ser como antes, al mismo tiempo que se encuentra en pleno debate la definición de cuál será la forma de construir su futuro. Lo que nadie ya discute, es que éste requerirá de profundas transformaciones de la sociedad, el Estado y su relación con el mundo actual.
Y hoy, por primera vez, desde el gobierno de Salvador Allende, el pueblo de Chile, con su lucha, está creando las condiciones para una nueva institucionalidad, una nueva concepción de país, más democrático y participativo, más igualitario, con más justicia social. Nuestro partido asume cada vez más responsabilidades en este proceso en curso. En la elección de concejales se transformó en el segundo partido más votado del país y el primero de la oposición. Tiene el candidato presidencial mejor ubicado en las encuestas y, la coalición Apruebo Dignidad, de la que formamos parte, pasó a serla mayoritaria de la oposición. Y lo más importante, el conjunto de fuerzas que están por Nueva Constitución sobrepasaron los dos tercios que se requiere para aprobar cada una de las materias de la Nueva Carta Fundamental. Estamos ante una derrota del gobierno de derecha y de un cuestionamiento a fondo del modelo neo liberal.
Esperamos, con los avances que logremos, aportar a las lucha de tantos pueblos que juegan sus destinos. Contribuir a desactivar los designios del imperialismo norteamericano, su trato hegemónico y agresivo de las relaciones, su injerencismo y el bloqueo contra Cuba, Venezuela y otros países. A incrementar la solidaridad con el pueblo palestino. Nos parece de primera importancia que temas como estos estén en nuestro intercambio. Y que el Partido Comunista Chino otorgue esta posibilidad con motivo de su centenario, que más allá de representar un siglo de antigüedad, refleja una experiencia histórica que ha enfrentado diversos escenarios a partir de la estrecha relación del Partido y su pueblo y tiene un enorme desafío por delante.
El éxito de China es también el éxito de todos y todas quienes están genuinamente por un mundo mejor y de quienes pensamos en la vigencia del socialismo, en esta nueva era. Por ello nuestro agradecimiento y nuestros profundos deseos de mayores avances, y nuestro calurosos saludo a los cien años del Partido Comunista Chino.