HABLEMOS DE LA TELE. No apague, ¡baje el volumen!

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El último escalón de degradación en el periodismo televisivo es el tandeo desenfrenado, las bromas desatadas sólo superadas por la participación de “rostros” de las comunicaciones en vergonzosos spots comerciales, práctica en que fueron cayendo los conductores más sobrios desde Macarena Pizarro, Julio César Rodríguez y otros obligados por contrato a efectuar “menciones” en los espacios que conducen.

José Luis Córdova. Periodista. 10/05/2021. Al parecer los pioneros en ver la televisión con el volumen en cero fueron los fanáticos del fútbol que no soportaron más las habituales sandeces de ciertos relatores y comentaristas “deportivos”. Pero ahora resulta que se hace recomendable sintonizar también algunos matinales sin tener que aguantarse a los animadores divirtiéndose de igual a igual con autoridades de gobierno, parlamentarios y dirigentes políticos en una farsa interminable totalmente inconducente.

La superficialidad, y el irrespeto se enseñorean en los estudios de televisión, vacíos de aportes en materia de formación o conocimiento de materias políticas, sociales y económicas. Hay que esperar la presencia de un economista como Marco Kremerman y la socióloga Lucía Dammert para informarse y entender cuestiones que el diluvio de cifras -como entre los árboles- no dejan ver el bosque.

Las esporádicas apariciones del experto internacional Raúl Sorh, del astrónomo José Maza, del abogado de Espacio Público Diego Pardow, del doctor José Miguel Bernucci o del geólogo Marcelo Lagos, son las pocas que contribuyen a una información oportuna y veraz como se debe. La sagacidad de Francisco Vidal o el diputado Pablo Vidal y la verborrea de Marcos Enríquez Ominami no consiguen siquiera prestigiar a los políticos en el ruedo.

Senadores, diputados y alcaldes rebajan los debates entrando de lleno a la farándula desatada y, con toda facilidad, se ven inmersos en la vorágine de descrédito y falta de confianza en una actividad tan importante como la política, sobre todo en períodos verdaderamente trascendentes como durante el actual proceso constitucional que vive el país.

La televisión no logra cumplir sus roles de informar, formar y entretener, sino -precisamente- cargando sus tintas en esta última actividad en una farsa permanente, con la honrosa excepción de espacios como en el canal La Red, con Eduardo Fuentes, emisora en manos de propietarios mexicanos que cultivan un interesante pensamiento crítico y democrático como lo exigen los tiempos en nuestro Chile.

Se han ido desdibujando lamentablemente personajes como Julio César Rodríguez, José Antonio Neme, Juan Manuel Astorga, Mauricio Jurgensen, Rafael Cavada, Paulina de Allende-Salazar y Mirna Schindler, cerrando filas junto a “figuras” como Mónica Rincón, Matías del Río, Fernando Paulsen y otros quienes alcanzan ya -casi apenas por nariz- al mismísimo Checho Hirane, Tomás Mosciatti, María Luisa Cordero, Juan Andrés Salfate, José Miguel Viñuela y otros especímenes.

El último escalón de degradación en el periodismo televisivo es el tandeo desenfrenado, las bromas desatadas sólo superadas por la participación de “rostros” de las comunicaciones en vergonzosos spots comerciales, práctica en que fueron cayendo los conductores más sobrios desde Macarena Pizarro, Julio César Rodríguez y otros obligados por contrato a efectuar “menciones” en los espacios que conducen.

Así las cosas, pareciera ser que ya podemos pensar en liberarnos de escuchar las estridencias de Claudio Palma, del autodenominado “grillito” y el “trovador del gol” y vamos a tener que acostumbrarnos a ver las noticias también sin volumen. Igualmente las imágenes son tan reiteradas (con archivos en sinfín) que se hace inútil volver a escuchar una y otra vez una “noticia” en nuestra malhadada pantalla chica.

Una pena cuando vivimos un período tan trascendental en el proceso constituyente donde los canales se deberían esforzar al máximo en su deber de informar veraz, oportuna y lo más imparcialmente posible. Un objetivo hasta ahora difícil de lograr. No apague la tele porque podemos ver imágenes en directo, pero puede prescindir perfectamente de comentarios, opiniones y juicios temerarios de nuestros conocidos y populares “rostros”.

 

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