La obstinación y tozudez de Piñera lo tiene en una soledad patética, y esta orfandad da clara cuenta del crítico vacío de poder en que hoy se encuentra la sociedad chilena, por la burda incompetencia de una derecha que gobierna en la letra pero que en su espíritu y en los hechos, cuida y privilegia sus intereses y apetitos de clase por sobre cualquiera otra consideración.
Pablo Monje-Reyes. Miembro del Comité Central del Partido Comunista. Santiago. 28/04/2021. La derrota política sufrida por el gobierno chileno es de antología, al penoso 9% de apoyo que hoy concita Piñera según la encuesta CADEM, centro de estudios fuertemente ligado a la derecha y, particularmente, con nexos directos y personales con el Presidente, hay que agregar ahora la contundente derrota de 7 a 3 experimentada en el Tribunal Constitucional, de la iniciativa de La Moneda por intentar frenar el tercer retiro de fondos previsionales, recursos económicos demandados por el pueblo trabajador para enfrentar en condiciones mínimas de sobrevivencia al obligado confinamiento por la tragedia sanitaria.
Si bien es cierto que la categoría de ser “el peor gobierno civil” de la historia republicana chilena se lo venía mereciendo desde hace rato, lo sucedido este martes en el Tribunal Constitucional marca una inflexión definitiva en este segundo gobierno de Sebastián Piñera. Este organismo definido como un fáctico cuarto poder del Estado o de tercera Cámara, y que se había convertido en la trinchera favorita del oficialismo para impedir reformas sustantivas emanadas desde la voluntad popular, e incluso desde el propio parlamento, le dio un feroz portazo al mandatario y lo obliga a promulgar la ley votada por abrumadora mayoría en el Congreso, y así dar un pronto curso al retiro de un tercer 10% de los fondos individuales que las trabajadoras y trabajadores chilenos están obligados a cotizar en un malévolo sistema de ahorro forzoso.
La obstinación y tozudez de Piñera lo tiene en una soledad patética, y esta orfandad da clara cuenta del crítico vacío de poder en que hoy se encuentra la sociedad chilena, por la burda incompetencia de una derecha que gobierna en la letra pero que en su espíritu y en los hechos, cuida y privilegia sus intereses y apetitos de clase por sobre cualquiera otra consideración. Así, al final del día, a esta derecha sólo le interesan sus ventajas de casta, de oligarquía, de élite, y que ahora está diezmada y en fuga porque se debate entre su fanatismo neoliberal llevado a ultranza, por una parte, y por complicidades y conflictos de intereses, por otra, que los obliga a las alianzas propias y forzadas de quienes han hecho del saqueo y del lucro un oficio perverso que tiene a Chile en el estado de postración extrema que hoy conocemos. Pero, nada de esto hubiera sido posible sin un 18 de octubre del 2019 cuando millones de chilenas y chilenos decidieron salir a las calles a demandar dignidad y justicia social. Hoy, asistimos a la desconexión definitiva del neoliberalismo con el Chile real, profundo y verdadero, el Chile popular y de a pie que tiene a la derecha en estado agónico.
Esta desconexión entre la derecha y la sociedad se traduce en que las familias chilenas con este tercer retiro de los fondos de pensiones que se han ganado con presión y movilización, están buscando simplemente intentar sobrevivir a los efectos de la pandemia Covid-19 y darle qué comer a sus hijos y a sus hijas. Así de simple, y parece que las autoridades de gobierno no entienden esta simple y básica urgencia de vida. La encuesta Barómetro del Trabajo de la fundación FIEL y la empresa Mori, en su estudio de esta semana desarrolla la siguiente pregunta; ¿Cuántas comidas calientes tiene al día en su casa? Los resultados sorprenden, en el mes de septiembre del 2020 el 18% de los y las consultadas respondían que solo ingerían una comida caliente al día, en abril del 2021 esta cifra creció en 9 puntos llegando a un 27% de los encuestados y encuestadas. Consistente con lo anterior, quienes comían 3 comidas calientes diarias en septiembre del 2020 marcaban un 44%, en abril del 2021 bajó en 12 puntos, al 32% de quienes respondieron la pregunta.
Otro dato importante lo entrega el poco célebre Banco Mundial en un estudio realizado el 2020 para Chile sobre los efectos de la pandemia, los resultados destacan que se estima que aproximadamente 2,3 millones de personas de clase media, alrededor de un 19%, cayeron en vulnerabilidad. Además, 300 mil personas de clase alta pasaron a ser de clase media. Chile ha sido en este tiempo, un país en acelerada y franca marcha atrás, sin duda alguna. También, el estudio “Efectos socioeconómicos y percepción de riesgo del Covid-19 en campamentos y población vulnerable en Chile”, elaborado el 2020 por la PUC y Techo Chile, muestra como resultado que el 75% de las personas encuestadas declara haber perdido al menos la mitad de su ingreso, 79% en mujeres y casi un 69% de los hombres, teniendo un efecto directo en las disponibilidades básica de recursos económicos para la alimentación de las familias. Sin olvidar que en los campamentos viven las familias más pobres de Chile.
La recuperación de fondos previsionales por parte del mundo trabajador chileno no ha sido una discusión tecnocrática o puramente jurídica, sino, está siendo en lo principal otra etapa crucial de un abierto conflicto de porfiados intereses de clase, y que el gobierno puso en el centro del debate con su presentación al Tribunal Constitucional para impedir que se promulgara la ley del tercer retiro, con miras a mantener la institucionalidad financiera del sistema con los recursos aportados por la fuerza laboral a las AFP. Le fue mal y el TC ni siquiera admitió estudiar el punto, y no por razones técnicas ni jurídicas, el Tribunal Constitucional lo hizo por razones políticas, Piñera estiró tanto la cuerda que se queda sin cómplices ni aliados, se queda solo porque nadie está dispuesto a sucumbir y a pagar los costos políticos a propósito de un pueblo que cambió el paradigma. Ese nuevo paradigma que se instala es un pueblo que no acepta que se juegue con sus necesidades y que hoy tiene hambre. Un pueblo que no acepta tanta indolencia a la constatación de los efectos de la pandemia que hoy se vive. Para el pueblo chileno, la única respuesta que va quedando es la movilización cuando hoy tiene carencias y sufre día a día por llevar comida a sus hogares y, además, junto con ponerle límites a la codicia derechista, empieza a instalar Programa y nombre de candidato presidencial a su horizonte y a su esperanza, a su propio proyecto colectivo y a su trayecto popular, porque este Pueblo aprende que otro Chile sí es posible.