Hacia un Congreso Educativo: un desafío social

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Es necesario que el Congreso Educativo, como ya dijimos, se conciba como un eje fundamental del proceso constituyente que estamos viviendo para que aquel se establezca como un núcleo central de elaboración de políticas públicas educativas venideras.

Raúl Robledo. Profesor de Historia, Ciencias Sociales y Geografía. 22/03/2021. Rodear con la movilización de masas el desarrollo del Congreso de Educación que llevará a cabo el Colegio de Profesoras y Profesores debiera ser una de las tareas de primer orden, puesto que el proceso histórico presente nos exige al magisterio ser actor fundamental en el proceso de ruptura/disputa/construcción constituyente actual (que no se reduce solo a la generación de una constitución) y porque para que las resoluciones emanadas de este Congreso se constituyan como parte fundante del nuevo horizonte político-social.

Dejemos establecido que las soluciones a los problemas de la educación pública solo comenzarán como puntapié inicial en la redacción de la nueva Constitución, ya que luego de la promulgación de ésta comenzará una larga marcha para la configuración de respuestas que logren superar las múltiples brechas y perjuicios presentes en el sistema educativo chileno. Es por esto que es necesario que el Congreso Educativo, como ya dijimos, se conciba como un eje fundamental del proceso constituyente que estamos viviendo para que aquel se establezca como un núcleo central de elaboración de políticas públicas educativas venideras. Para que, así, la construcción de un nuevo sistema educativo, para que la construcción de una nueva escuela, para que en el fundamento estético y ético se encumbren horizontes cargados de creatividad que posibiliten un salto cierto hacia un sistema educativo de calidad social: constitución de un sistema educativo que satisfaga las necesidades y deseos de los estudiantes y sus familias. Una política pública que, como hemos repetido tozudamente, se establezca en coordinación y colaboración con las comunidades educativas.

La fórmula contraria a lo anterior, una fórmula que constituya al Congreso como mera instancia gremial por sobre lo social, nos abrirá un trecho en que nuestros esfuerzos caerán en el olvido. Nuestro comportamiento debe estar a la altura de la exigencia histórica, a la altura de la experiencia del magisterio chileno, debemos estar a la altura para generar un sistema de enseñanza y una infraestructura escolar acorde con los objetivos que enarbolan las y los ciudadanos de nuestro suelo; es en este congreso en donde los expertos, el magisterio chileno, debe generar con tesón creativo nuevas condiciones de enseñanza para nuestro pueblo. El congreso educacional debe tomar todas las medidas necesarias para construirse en conjunto con la plurinacionalidad y pluriculturalidad que convergen en el Estado chileno, incluyendo cosmovisiones que nos permitirán encaminarnos de buena manera a una convivencia democrática que tenga como eje central el buen vivir.

Hoy se ha comprobado, entre otras cosas, que las clases presenciales son irremplazables, que las escuelas son espacios de socialización, que el logro del desarrollo óptimo del aprendizaje debe ser necesariamente acompañado por el pedagogo, que a las familias se les despojó, mediante la explotación laboral, de la labor educativa esencial, que la brecha digital existente profundizará las desigualdades y que, más encima, el mundo laboral dispondrá de una mano de obra más precarizada…que el sistema educativo responde al modelo político-económico imperante y que, por ende, reproduce éste; es necesario entonces que la escuela se transforme en un espacio que construya las subjetividades de este Chile que estamos construyendo.

El modelo de infraestructura escolar que tenemos, pregunto a modo de ejemplo y como botón de muestra, ¿responderá al Chile que ya empezamos a construir? Una infraestructura escolar traída desde la era industrial en donde el edificio se cierra a sí mismo, en donde el sistema inmunológico se debilita, en donde la capacidad creativa se reduce, en donde el hacinamiento es ley, cargado de estrés, de sedentarismo, de somnolencia, de irritación por no poder jugar, por no poder correr, por no poder tener la ventilación adecuada, por no poder botar la alta carga energética propia de la niñez y de la juventud, por estar anclados a una silla, por pasar diez horas encerrados, por el estrés cognitivo, por la fatiga mental y física, por no poder estar con los amigos, por no existir una recreación adecuada y por tantos otros malestares ¿puede realmente servir para frenar o prevenir la transmisión de patógenos (transmisión que la ciencia indica que se acelerará debido al modo de vivir actual propio de la sociabilidad capitalista) que tengan consecuencias tan catastróficas?

Necesitamos un Congreso Educativo Social, un congreso que nos permita generar políticas educativas para la construcción de otra sociabilidad, una que nos conciba como parte integrante del medio ambiente, una sociabilidad que nos permita ser capaces de dejar de lado un modelo extractivista y que permita a los estudiantes (en la teoría y en la práctica) estar capacitados, en lo creativo y en lo técnico (que en el fondo son partes del mismo proceso), para diseñar un modelo productivo manufacturero que nos auxilie en la consecución de una mejor vida. Un congreso educacional que converse con los estudiantes, con sus familias, con los otros trabajadores de la educación, con los asistentes, con los auxiliares, con las juntas de vecinos, con los sindicatos, con los centros comunitarios, con las ollas comunes, con los centros culturales, con las organizaciones medianas y microempresariales, y con toda la variedad de organizaciones sociales para que verdaderamente podamos realizar políticas educativas, en base a una convivencia democrática, para el logro de un Chile digno, justo y solidario.

 

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