Constitución, poder y cambio

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En esencia, se trata de convencer que una nueva Constitución es un instrumento en la senda de recuperar un proyecto de desarrollo nacional y democrático.

Juan Gajardo

Miembro de la Comisión Política del Partido Comunista

Santiago. 24/08/2020. La toma de posiciones frente al próximo plebiscito constituyente agita aún más las aguas en el ya convulso mundo político oficialista, en el cual se debaten en lo central la postura de quienes están por mantener el actual engendro constitucional generado durante la dictadura y aquell@s que buscan con su opción de aprobar el cambio de la Constitución la posibilidad de proyectar en lo inmediato un nuevo gobierno de derecha. Lo que no se debe perder de vista es que ambos sectores en esencia propugnan la mantención del actual estado de cosas.

La derecha sabe que la discusión de una nueva Constitución no sólo posibilita redefinir  funciones de los órganos del Estado y del Estado mismo, como por ejemplo el rol subsidiario que hoy tiene, sino que en definitiva, tiende a una reconfiguración del poder. Instituciones como las Fuerzas Armadas y de Orden, el Banco Central, el Tribunal Constitucional, por nombrar algunas que dentro del actual status tienen una función reactiva al cambio de sistema, deberán ser ajustadas a los objetivos que se dé la nueva Constitución. Dicho de otra manera, la discusión de una nueva carta fundamental es en esencia también una discusión de cómo se distribuye el poder y es el poder que actualmente tienen lo que no están dispuestos a compartir las élites gobernantes y de allí los esfuerzos desembozados de algunos, más recatados de otros, por obstaculizar el plebiscito de octubre y la necesidad del movimiento popular de no observar este proceso como algo lineal, sino como un proceso en desarrollo, en el cual sólo la presión popular creará las mejores condiciones para su realización.

El descrédito de muchas de las instituciones en nuestro actual ordenamiento va más allá de datos de una causa y reflejan la incapacidad del Estado, y por ende de cualquier gobierno, para enfrentar los requerimientos de la población. Citemos un caso: nuevamente el cuerpo de Carabineros llena páginas de noticias y comentarios, y no precisamente como reacción a situaciones positivas. El procesamiento al oficial responsable de la pérdida de visión de un joven, ratifica la validez  de las denuncias sobre el maltrato policiaco a la población civil durante las jornadas de movilización acaecidas a partir del 18 de octubre, pero además obliga a una investigación más profunda para seguir descubriendo a los responsables materiales e intelectuales de tales delitos. Pero el general director de la institución, Rozas, no sólo protege a los violadores de DD.HH., sino que además pretendió homenajear con el nombre de un oscuro personaje a la principal academia formadora de oficiales de Carabineros, obviando que este sujeto cumplió desde los días previos al golpe de Estado del 73 labores para subvertir el ordenamiento político institucional que en ese entonces había y luego destacó como incentivador de la represión y violación de derechos humanos en la fase final de la dictadura. Una reestructuración profunda de la policía uniformada es una tarea que no puede esperar.

Pero el actual señor presidente difícilmente lo apreciará así, porque en su árida soledad política, con sus ministros descontrolados emitiendo declaraciones cual jefes de facciones pero no ministros de Estado, ve sólo en la represión el instrumento para enfrentar las demandas ciudadanas: “Tenemos mejor Inteligencia, tenemos unas fuerzas de orden y seguridad mejor preparadas, mejor equipadas, con mejor tecnología…” amenaza el señor Piñera, ante la posibilidad cierta, según él, de rebrote de las protestas sociales. Ninguna frase que se acerque a asumir, aunque sea mínimamente, algún grado de culpabilidad por el manejo ineficiente, displicente e irresponsable durante toda esta crisis.

Vivimos tiempos en los cuales debemos esforzarnos por cumplir con precisión las misiones que de él emanan, si buscamos como resultante de la actual coyuntura un avance en las posiciones del movimiento popular. Sin duda la unidad es un requerimiento, pero la unidad con ese propósito. Desde el Comando Apruebo Chile Digno, debemos en todo el país planificar actividades de inicio de campaña para este miércoles 26 de agosto, fecha de inicio formal de la misma y a partir de este comando buscar y ejecutar todas las coordinaciones necesarias para el mejor despliegue de la actividad. En esencia, se trata de convencer que una nueva Constitución es un instrumento necesario en la senda de recuperar, atendiendo las actuales circunstancias, un proyecto de desarrollo nacional y democrático, en beneficio de las grandes mayorías, cual lo fue por ejemplo el proyecto del Frente Popular del presidente Aguirre Cerda o de la Unidad Popular del presidente Allende. A eso nos desafiamos hoy.

 

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