En el plebiscito de octubre: A derrotar a la reacción

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Vivimos momentos definitorios. El cómo se resuelva la actual crisis marcará las próximas décadas de nuestro desarrollo como país.

 Juan Gajardo

Miembro de la Comisión Política del Partido Comunista

 Santiago. 17/08/2020. Vivimos momentos definitorios. El cómo se resuelva la actual crisis marcará las próximas décadas de nuestro desarrollo como país. Enfrentamos una coyuntura particularmente significativa, la cual es consecuencia de la actuación de los diferentes actores sociales y políticos en este período de 30 años, que comenzaron siendo definidos como de transición a la democracia y durante el cual la derecha fue persistente en intentar mantener esquemas de control político-social lo más similares a los tiempos de la dictadura, su modelo predilecto; donde otros desearon olvidar que debíamos vivir una transición y se acomodaron a lo posible, realizando actos litúrgicos cada ciertos años donde declaraban el término de la transición y la nueva vida en una democracia plena, pero también durante el cual, pocos al comienzo (tal vez lo más persistentes los comunistas), muchos en estos días, señalaban la necesidad y manifiestan la voluntad, de avanzar hacia una real democracia. Estos patrones de conducta se mantuvieron, independiente del rol específico que en las diferentes situaciones estuvieran los actores. La derecha siendo oposición o gobierno ha buscado  mantener la arquitectura de Estado legado de la dictadura y las diferencias expresadas al interior del gobierno de Nueva Mayoría son mostrativas de las conductas de otros actores.

Esta situación para su mejor comprensión debemos contextualizarla en un marco internacional en el cual los EE.UU de América, país que particularmente durante todo el siglo XX jugó un rol determinante, y las más de las veces desgraciado, (también en nuestro país) vive su ocaso como potencia dominante, debatiéndose entre medidas de proteccionismo añejo para su economía y agresividad belicista hacia el exterior. Las formas y relaciones como se perfilará el multilateralismo aún no está concluida, aunque el rol de China, país que define su desarrollo con perspectiva socialista, se percibe altamente incidente. Pero además coincide con una nueva conceptualización valórica cultural, que siendo universal para las naciones con sustrato cultural judaico-cristiano, alcanza también en nuestro país particular relevancia  en tres áreas: el feminismo, el medio ambientalismo y la valoración de los pueblos originarios. En esa dimensión cito a Julieta Kirkwood quien, desde la visión de una feminista dijera “si estas especificidades de discriminación de la mujer  son construidas social y culturalmente, entonces, pueden y deben ser modificadas social y culturalmente”. Debe estar claro que toda categoría de dominación social incluye siempre la variable económica. La crisis ambiental planetaria ha sido consecuencia de la irracional explotación de los recursos naturales en beneficio de minorías, el trabajo socialmente invisibilizado de la mujer (trabajo doméstico por ejemplo) no es remunerado  y la subyugación de los pueblos originarios en el caso de nuestro continente, corresponde al proceso de acumulación primitiva de capital.

Enfrentados a la actual situación, los sectores dominantes cuya expresión política principal, no única, se encuentra en los partidos políticos de derecha, construyen trincheras que les posibilite establecer una línea de defensa, en este caso de las prebendas que les brinda el actual estado de cosas. No otra cosa hace el gobierno del señor Piñera, el cual endurece y rigidiza su posición con el último  cambio de gabinete, buscando mayor efectividad en su estrategia de usar las fuerzas de orden público y militares en pos de retomar el control social y político de la situación, el cual, en análisis incluso de personeros de su sector, perdió claramente a partir del 18 Octubre del 19. No se limita a eso y vía parlamento, descarga toda una batería de proyectos de ley, muchos de los cuales sin opciones reales de aprobación, pero todos de un básico contenido anti mayorías, que envueltos en una verborrea empalagosa, pretenden contener las demandas populares. Véase por ej. su reciente proyecto de reducción de cupos parlamentarios, que en definitiva expresa el deseo de volver al binominalismo, donde un tercio valía lo mismo que dos tercios, fórmula dorada que les permitió mantener el control legislativo en la década de los 90. Y recurriendo a su memoria histórica, prueban iniciativas considerando el factor movilización sectores civiles para resolver o agudizar situaciones; es el caso de los racistas de Curacautín o de las amenazas de sectores de camioneros, escuchadas amplificadamente por el gobierno, mientras mantiene oídos sordos a la solicitud de Celestino Córdova, autoridad espiritual del pueblo mapuche.

Pero la realidad objetiva es más fuerte, lo cual hace sucumbir en la anomia, el desorden, a las huestes políticas oficialistas. No sólo son muchos de sus parlamentarios quienes ya se vuelven incontrolables para el gobierno, aunque sea motivados por el oportunismo de reelegirse y en consecuencia, se colocan a tono con la calle. El fenómeno se reproduce al interior del propio nuevo gabinete, donde dos de sus ministros políticos se toman la libertad de ventilar públicamente sus diferencias, sobrepasando la autoridad presidencial, que ofrece otro confuso  “paquete de medidas” para enfrentar la crisis, que lo más probable se pierda en explicaciones, letras chicas, inconsistencias, hasta el anuncio del nuevo “paquete”. En este cuadro, los sectores populares deben ordenar sus recursos y no distraerse, para enfrentar de la mejor manera el primer desafío, que es algo que el movimiento social logró movilizándose, nos referimos al plebiscito del próximo 25 de Octubre, donde las opciones Apruebo y Convención Constitucional deben imponerse por amplias mayorías.

 

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