En un contexto complejo, sectores sindicales, sociales y de diversidad de ámbitos, deben buscar formas creativas y precisas de mantener las reivindicaciones sociales.
El Siglo
06/2020. La demanda social de diversos sectores del pueblo y de los trabajadores no debe disminuir, dando cuenta, eso sí, de las difíciles condiciones provocadas por la crisis sanitaria, social y económica que atraviesa al país.
Hay que considerar que en estas semanas y meses el gobierno, junto al sector financiero y del gran empresariado, está tomando medidas que afectan a los asalariados, a millones de familias y amplios sectores. Junto a eso, se constatan las negativas estrategias y erráticas medidas frente a una expansión alarmante del nuevo coronavirus, estableciendo dramáticas cifras de fallecidos y contagiados. Además, resultan deficientes las ayudas a la población pobre, desempleada y desamparada, que debe actuar con desesperación e incluso con riesgo a su salud y a la vida, para su subsistencia. Se suman situaciones como querer imponer una legislación punitiva en materia de Inteligencia.
En ese marco, el gobierno, la derecha, poderes económicos, medios de comunicación conservadores, apuestan a la inmovilidad social, a la inhibición de la protesta y el reclamo, y a la baja en la demanda del pueblo.
Sin embargo, en un indesmentible contexto complejo y de condiciones difíciles, sectores sindicales, sociales y de diversidad de ámbitos de la sociedad, deben buscar formas creativas y precisas de mantener las reivindicaciones sociales, laborales, de respeto a la salud y la vida, y de derechos humanos.
En ese camino persisten las protestas y vocerías de los médicos y trabajadores de la salud para que exista una real respuesta al colapso hospitalario, a que se provea de los insumos necesarios y de protección para funcionarios de la Salud, y se ajusten las estrategias de combate al coronavirus. También continúa la organización vecinal y poblacional con las ollas comunes, compra colectiva de alimentos, cuidados a adultos mayores. Partidos políticos, comunidad científica y académica, Colegio Médico y organizaciones de trabajadores de la Salud hacen propuestas para el cambio de estrategia para enfrentar la pandemia y reclaman diálogo al gobierno. Colectivos feministas persisten en la vigilancia, denuncia y aplicación de medidas preventivas ante el aumento de violencia contra las mujeres. Sindicatos y trabajadores están atentos a violaciones de derechos laborales, a denunciar abusos de las empresas, a hacer respetar contratos colectivos. La Central Unitaria de Trabajadores sigue de cerca las medidas en relación a despidos, suspensión de pagos de sueldos, y afectaciones a los trabajadores. La batalla porque los pensionados puedan disponer de sus fondos y no bajar la demanda de cambio en el sistema de pensiones privado, está en pie. La lucha de pescadores artesanales, sobre todo por las operaciones de consorcios privados respecto a la pesca de la jibia, de los pobladores y sin casa para que se avance respecto al déficit en viviendas, de los deudores del CAE para terminar con esas arbitrarias deudas, de los estudiantes por garantizar una educación de calidad y toma de medidas concretas en el marco de la pandemia, del mundo de la cultura para que existan apoyos reales y precisos, y de las agrupaciones y organizaciones de derechos humanos para que terminen los actos represivos y se juzgue a los responsables de graves violaciones durante los meses del estallido social, son parte de una lucha social y reivindicativa que no se detiene.
La pandemia no puede ser sinónimo de abandono de las demandas y reivindicaciones del pueblo, porque en esta etapa el gobierno, la derecha y los poderes económicos avanzan en instalar sus proyectos e imponer sus condiciones.
Se vienen, además, etapas que requerirán de movilización, como el proceso en torno del plebiscito de octubre y la continuidad del objetivo de contar con una nueva Constitución para Chile, necesidad que quedó aún más reforzada con lo que mostró la pandemia y las deficiencias del Estado y la legislación vigente.