Repulsión provocó la ignorancia de quienes viralizaron el hashtag #GuatonesconHambre y lo hicieron trendig topic. El hambre no es un juego.
Nicolás Becerra Lisboa
Tecnólogo Médico. Secretario Junta de Vecinos Blas Cañas.
Santiago. 23/06/2020. Por mucho tiempo nos hicieron pensar que la falta de alimentos era una tragedia de las niñas y niños africanos, de Haití o de países no tan amigos de la elite chilena: como Venezuela.
Hoy, al 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos advierte que un millón de chilenos y chilenas padecerán hambre.
Un millón de chilenas y chilenos es un número equivalente a 20 estadios nacionales repletos, a la misma cantidad de chilenos y chilenas que se manifestaron el pasado 26 de octubre en Santiago o a la población de la comuna de Santiago multiplicada por dos.
Aunque se trata de un panorama nefasto, esto no es una sorpresa. Es importante dejar en claro que no es la primera vez que dicho organismo internacional nos señala la preocupante situación alimentaria de nuestro país.
Desde antes de la pandemia nos vienen alertando. En 2018 aseguraron que 2.5 millones de personas del “oasis chileno”, no consumen regularmente suficientes alimentos saludables.
Seguidamente, en 2019 fue aún peor: nos dijeron -a través de su publicación anual El estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional el mundo- que 600 mil sufrían inseguridad alimentaria grave.
Esta información, que es pública, pero que ha sido sistemáticamente omitida por los grandes medios de comunicación y por el Gobierno, finalmente se ha manifestado de manera expresa en las manifestaciones ocurridas en las poblaciones, esas mismas que fueron criticadas y utilizadas como objeto de burlas.
Repulsión provocó la ignorancia de quienes viralizaron el hashtag #GuatonesconHambre y lo hicieron trendig topic. El hambre no es un juego y la obesidad tampoco un chiste.
La carencia de nutrientes también se refleja en el sobrepreso y lo peor de todo es que, al igual que el hambre, es un problema que afecta mayoritariamente a adultos mayores, mujeres, niñas y niños de los sectores más vulnerables.
A esta seguidilla de atrocidades, se suma el circo que montó el gobierno para la entrega de cajitas de alimentación. Todos ya sabemos lo de los instructivos y de las selfies por mandato de la Moneda.
Es increíble que a falta de palomas, el método de propaganda política previo a las elecciones de fin de año sea inescrupulosamente -a nivel, municipal, provincial y nacional- el aprovechamiento de los retorcijones de hambre.
Chile tiene alimentos suficientes para mantener de forma saludable a todos y todas sus habitantes. El problema de fondo no es la crisis alimentaria por COVID-19, sino el modelo económico chileno y su sistema alimentario que están estructurados para satisfacer la concentración de la riqueza y beneficiar a algunos pocos.
En este sentido, no todo está perdido, existe la posibilidad en este país de, realmente, elegir vivir sano. Por supuesto, no de campañas fantasiosas hechas por cuicos para cuicos, sino mediante una nueva constitución que reconozca el derecho humano a la alimentación adecuada. Y que bajo este principio básico, permita configurar un país con instituciones y acciones que garanticen acabar con el hambre y la malnutrición.