“Los cambios son obra de movimientos sociales y no de desgracias”.
Hugo Guzmán. Periodista. 19/06/2020. El sociólogo y analista internacional, Raúl Sohr, consideró que ante la crisis producida por la pandemia a nivel mundial, “no habrá un cambio de modelo impulsado por quienes lo lideran” y planteó que “los cambios son obra de movimientos sociales y no de desgracias”. Sostuvo que “los flagelos del hambre, la pobreza y el desempleo solo figurarán en la agenda internacional en la medida que los afectados hagan sentir sus reivindicaciones”. También señaló que “la mayor amenaza para la Humanidad es el cambio climático con sus multiformes expresiones” y que “la caridad y la responsabilidad social empresarial no resolverán los problemas de los excluidos”.
¿La pandemia va a cambiar o modificar las estructuras económicas y sociales en el mundo? ¿Coincide con que el mundo no será el mismo de ayer?
Después de un terremoto todos prefieren vivir en una casa antes que en un piso alto en un edificio. Pero a los pocos meses el trauma queda atrás y pocos temen a la altura de un departamento. Con esta pandemia mucho dependerá de cuanto dure. Con lo ocurrido hasta el momento no es evidente que habrá grandes cambios económicos o sociales. De hecho, en gran parte gracias a las cuarentenas y otras medidas, el número de muertes es relativamente moderado. Para poner las cosas en perspectiva, la Organización Mundial de la Salud (OMS) vaticina que este año el mundo tendrá un millón 350 mil muertos a causa de accidentes de tráfico. A ello hay que sumarle al menos 20 millones de personas que sufrirán secuelas. Pese a la magnitud de las muertes nada cambiará en las estructuras que rigen las sociedades. Los cambios son la obra de los movimientos sociales y no de las desgracias. Aunque éstas pueden acelerar determinados procesos. En todo caso, la respuesta a los cataclismos puede tomar colores políticos imprevisibles.
Emmanuel Macron, Presidente de Francia, dijo que la salud no puede estar sujeta a vaivenes del mercado, revaloró el Estado de bienestar, dijo que hay que repensar las cosas. Muchos jefes de Estado, economistas y representantes del mundo social dicen que Estados neoliberales y sistemas privatizados de salud mostraron sus deficiencias. ¿Cree que habrá un golpe al neoliberalismo, que podría haber un trazado hacia modificaciones o cambios de modelo?
No creo que habrá un cambio de modelo impulsado por quienes lo lideran. Pero es probable que existan ajustes importantes en algunos países. El fortalecimiento de la salud pública será uno de ellos. Hasta ahora gana fuerza la idea de instaurar un ingreso básico universal, es decir, que todo ciudadano tenga una entrada garantizada que asegure su subsistencia. Es probable también que el Estado vuelva a cobrar mayor protagonismo con un rol regulador más activo. Asimismo, podría extender el concepto de soberanía a la seguridad sanitaria, alimentaria, energética, ambiental entre otras.
¿El hambre, la pobreza, el desempleo, se posicionarán de la agenda internacional?
Los flagelos del hambre, la pobreza y el desempleo son endémicos. Solo figurarán en la agenda de los países e internacional en la medida que los afectados hagan sentir sus reivindicaciones. La caridad y la responsabilidad social empresarial no resolverán los problemas de los excluidos. Solo cuando éstos se movilicen serán considerados en las agendas del poder.
¿Cómo caracterizaría las posiciones de Donald Trump, Presidente de Estados Unidos, en virtud de su confrontación con la Organización Mundial de la Salud, sus continuas acusaciones a China, su rechazo a las medidas anti Covid-19?
El Presidente Donald Trump fue elegido porque supo interpretar a un sector importante de los votantes de su país. Lo hizo con un discurso xenófobo en el cual destacaba la construcción de un muro en la frontera con México para frenar la migración latina. En la perspectiva de la prevención del terrorismo desarrolló una narrativa anti islámica. Trump ha sido caracterizado como nacional populista y en esa óptica subraya el discurso identitario que llama al cierre de fronteras. Nada mejor para fortalecer el nacionalismo que contar con un enemigo externo. Durante décadas ese papel le cupo a la Unión Soviética. Hoy es el turno de China, una potencia emergente que puede llegar a opacar la hegemonía de Washington. En lo que toca a la OMS, un sector importante del electorado estadounidense mira con desconfianza a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Desaprueban que Estados Unidos, como la potencia dominante, deba someterse a una institución internacional. La OMS, como la agencia sanitaria de la ONU, fue alcanzada por la ofensiva antichina. Trump estimó que la OMS encubrió errores que, a su juicio, cometió Beijing. Desde hace décadas Estados Unidos dejó de considerar a la ONU como un instrumento útil para su política exterior. En 1999, Washington junto a la OTAN ignoró al Consejo de Seguridad de la ONU para lanzar una campaña de bombardeos contra Serbia.
Parece que el tema del medioambiente, del daño ecológico gravita mucho en este escenario de pandemia mundial.
La mayor amenaza existencial para la Humanidad es el cambio climático global con sus multiformes expresiones: sequías, derretimiento de glaciares, escasez de agua, voraces incendios forestales, huracanes, inundaciones y una infinitud de otros impactos. Ahora, sin embargo, todos los titulares se los lleva la pandemia. Para ejemplificar la irracionalidad de ciertas políticas nacionales considérese este ejemplo ya que se habló de China: el Covid-19 precipitó la virtual paralización del país. Con ello lograron mantener un nivel relativamente bajo de muertes y contagios. Pero ello podría ser un logro segundario comparado con el impacto de la reducción de la polución y las emisiones de CO2. Gracias a este último factor en el país fueron salvadas las vidas de cuatro mil menores de cinco años a la par que 73.000 personas mayores de 70. Desde una perspectiva del salvataje de vidas cabría aplicar, desde ya, políticas drásticas contra las emisiones de gases contaminantes.
¿A qué atribuye o dónde estaría la razón o sinrazón de la actitud de Jair Bolsonaro, Presidente de Brasil?
Todos los países han debido enfrentar la disyuntiva entre privilegiar la economía o la salud y la vida de las personas. Es un dilema complejo. Tanto Trump como el Presidente Jair Bolsonaro optaron tempranamente por desestimar el Covid-19 como una influenza más. Una “farsa demócrata” para Trump y una “gripezinha” para Bolsonaro. Es probable que Estados Unidos y Brasil terminen con el mayor número de muertes sin haber evitado un severo daño a sus respectivas economías.
¿Usted ve una diferenciación a nivel Latinoamericano en las medidas, el actuar y los resultados según el tipo de gobierno?
Es claro que los países con los mejores sistemas sanitarios estatales como Uruguay, Argentina y Costa Rica son hasta el momento los mejor parados. Además, estas tres sociedades destacan entre las más incluyentes de la región. Sus respectivos gobiernos tomaron tempranas providencias para impedir la propagación del virus. En la mayoría de los países andinos, incluido Chile, el mal fue tomado con seriedad pero sus servicios públicos de salud estaban lejos de poder enfrentar el desafío. Ha quedado al descubierto el alto nivel de exclusión social en México, Centroamérica y las naciones andinas.
Debe ser difícil predecir en términos absolutos, ¿pero qué cambios puede traer la pandemia en nuestra región? Al parecer todos son negativos: aumento de la pobreza, del desempleo, del hambre.
Abundan las interrogantes. Los científicos discrepan en cuanto a la forma más eficaz de prevenir los contagios. Es una incógnita cuanto tiempo circulará el mal, cuál es el grado de inmunidad que obtienen los que lo padecieron. Qué probabilidades existen que sobrevengan nuevas olas infecciosas y que este coronavirus mute a versiones aún más letales. No faltan las hipótesis. La OMS advirtió que el Covid-19 podría convertirse en una infección endémica y que solo podremos zafarnos de ella mediante una vacuna. O podría ser, que después e infectar a un porcentaje de la población, comience a declinar. Pero no se necesita una bola de cristal para pronosticar que vienen tiempos rudos. También es claro que la peor parte se la llevarán, como siempre, los más indefensos. En el plano político ¿quiénes serán los ganadores de la crisis económica, social y política en ciernes? Serán aquellos que sepan administrar el miedo que produce la incertidumbre. En muchos países las corrientes nacional-populistas de extrema derecha están bien posicionadas para sacar provecho de la coyuntura. Su discurso soberanista, xenófobo, negacionista de la evidencia científica (tanto frente al cambio climático como el Covid-19), anti globalizador, anti internacionalista (que encapsula a Naciones Unidas y otros) ganan gobiernos y audiencias. A la par existen corrientes que buscan poner el bienestar ciudadano en la mira de los objetivos económicos. Que postulan que merced a la globalización habrá mayor seguridad sanitaria. Que solo una sociedad civil sólida y protagónica garantiza la estabilidad social. Es un proceso que está por escribirse.