La cuarentena como un tiempo consagrado para leer, escribir y reflexionar

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Doctor en Literatura, Nibaldo Cáceres y el poeta y docente de la Licenciatura en Lengua y Literatura, Gonzalo Rojas, abordan el tema de la pandemia y la literatura a ojos de la gente.

Carlos Salazar. Periodista. 05/2020. El aislamiento forzado, la reclusión como en los tiempos más oscuros de la dictadura y otras pandemias llevan la vista a las columnas de libros pendientes en el velador. A los debates de redes sociales sobre el devenir del mundo cultural y hacia las pantallas donde los teóricos y académicos (también los escritores) exponen un nuevo mundo íntimo a través de las pantallas, incluso más allá del espacio interior que propugnan sus obras.

La pandemia, la fragilidad de la vida y el tiempo infinito de reclusión en casa han modificado el punto de vista con que se leen y se escriben muchas obras, plantea el Doctor en Literatura, Nibaldo Cáceres. En un repaso sencillo, señala que estamos ante una gran oportunidad de releer clásicos sobre el tema, pero con un enfoque político y contingente. “Este espacio de lectura yo no lo extendería al mero problema higiénico y pandémico, sino que lo vincularía a lo que sigue significando el reciente estallido social. Claro, hay una enfermedad de por medio, pero ambos fenómenos corresponden a períodos que estamos viviendo y que nos ponen a prueba en términos éticos y morales”, señala.

En ese contexto reitera que existe una conciencia social y de la propia humanidad que le recuerda a ciertos textos bíblicos, el Decamerón de Bocaccio y por supuesto “La Peste” de Albert Camus, pero también el “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago. “El texto de Saramago se instala de una manera brillante en nuestro tiempo con la idea de un contagio que nos va volviendo ciegos también ante el sufrimiento de los demás, acaparando productos en los supermercados y farmacias o ignorando las medidas de cuarentena que pueden cuidar a otros. Así como se agotaron las mascarillas o el alcohol gel terminó costando lo mismo que una botella de whisky, se ha ido mostrando lo peor del ser humano en lo que va de pandemia global”, cree el profesor y autor de “Principios Básicos de Rabiología” (2018).

En tanto, el poeta y docente de la Licenciatura en Lengua y Literatura de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Gonzalo Rojas, cree que el género en rigor al que debemos poner atención es al del sujeto confinado, ya sea el Gregorio Samsa de “La Metamorfosis” y su virulenta visión de la mutación y también la obra de Saramago que mencionaba Cáceres. Con un particular acento en que en estas obras, siempre se parte ninguneando la peligrosidad de la amenaza antes de que los seres humanos terminen devorándose unos a otros, explica Rojas.

Estas tramas conectan con las formas actuales en que ciertas literaturas posmodernas trasladan el temor del contagio a escenarios apocalípticos definitivos, distopías, amenazas virales y técnicas, biológicas tipo zombis o la mezcla de todas como en la cibernética tan propia del lector nativo digital y sus estéticas. Sin embargo, la narrativa del fin de los tiempos, de lo fantasmagórico y lo alienígena se ha quedado corto frente al absurdo de gobiernos que esperan informes de política monetaria antes de decretar cuarentenas o mandatarios como Donald Trump descabezando a la OMS en plena epidemia, agrega el doctor en literatura. “Como lector y espectador de la cosa política puedes leer las fisuras que tienen en jaque al neoliberalismo que, hace tiempo, viene haciendo agua”, sostiene.

Dos tiempos simultáneos

En cuanto al proceso literario que sigue marinándose puertas adentro en la cuarentena, Rojas agrega que es inminente un cambio en los procesos de creación. “Si lo miramos por etapas, a diferencia del mundo en epidemia, nosotros vivimos ya una segunda etapa después del estallido social. Una tercera etapa es la recesión mundial que se viene. Hemos escuchado a alcaldes advirtiendo sobre la necesidad de financiar ollas comunes, estamos ante un neoliberalismo cojo que nos tiene viviendo en dos tiempos: uno externo que nos doblega a partir de este bicho invisible que es el coronavirus y otro que afectó nuestro modo de vida más íntimo a través del teletrabajo, las videollamadas, estar en medio de una conversación solemne y que te interrumpa el ladrido de un perro, el llanto de un bebé, el reto de una madre al hermano chico en plena clase virtual…y esas son cosas anecdóticas que cruzan ese tiempo externo y el interno. Nos es posible “ver” el confinamiento y nunca la vida íntima estuvo tan expuesta, ni siquiera en las obras más personales de la literatura, cree el académico.

“Dentro de ese espacio de tiempo que antes creíamos no tener, pienso que no necesariamente aumentarán los lectores o las nuevas prácticas de lectura, pues el hábito de la lectura no te lo inculca una pandemia. Son prácticas que se desarrollan con el tiempo, pero en general, ese espacio íntimo de confinamiento será más un espacio de reflexión que no se tenía”, cree el autor de los poemarios autor de poemarios como “América todavía no nace” y “Cigoto”.

Curiosamente, cuando se habla de la creación literaria, muchas de estas obras legendarias nacieron en trances históricos como guerras, pandemias y otras catástrofes. Espacios donde la carencia, el encierro, la enfermedad y la soledad pueden estimular la capacidad creativa del autor.

En tal sentido, Nibaldo Cáceres se reconoce como uno de esos autores que logró convertir un origen de pocas oportunidades en cantera suficiente para la actividad literaria. Esa biografía es la que genera, a su vez, una conciencia literaria, que lleva a empatizar y a conmoverse con el dolor y la miseria que hay en el mundo, antes y durante este instante de crisis sanitaria, dice. “Es difícil que el tiempo de encierro pueda darnos alguna ganancia, porque la cabeza está en otro lugar. Lo que sí ocurre, es que la sobrevivencia nos exige estar más vinculados a la esperanza que al optimismo, como dice el gran crítico británico Terry Eagleton. Sobrevivir termina siendo el gran proyecto y ya podemos estar completamente satisfechos por seguir vivos, esperando que la pandemia acabe para poder retomar la calle y seguir luchando por los derechos y la justicia social que este país necesita”, advierte.

Nuevas voces para el día después de la pandemia

El colectivo cultural en general coincide en que las voces, narrativas y anecdotario que dejarán en conjunto el estallido social y la pandemia (solo en Chile) dejarán material para generaciones de cronistas, poetas y nuevos autores. Décadas de material para documentalistas, material de archivo para novelistas históricos y reveses dramáticos para autores que ven en cada asistente a una marcha, una nueva historia y en cada hogar confinado un mundo de complejidades. Esto sin contar la gestión del gobierno para las crisis recientes que darían para varias novelas de terror.

La clave está, para Rojas, en discernir la dualidad de ese tiempo interno lector y el tiempo externo de espectador que nos permite -dice- escuchar lo que respiramos y acercarnos a lo que pensamos que la vorágine del tiempo laboral o estudiantil nos ha impedido acceder como libros, películas, o conversaciones. “Reconocer esa aceleración del modelo implica también identificar como se detiene un modelo más intimista gracias al confinamiento. Quizás el teletrabajo ha confundido esos espacios y se ha debido trabajar mucho, pero también pensar muchas cosas y si cruzas esos espacios de reflexión con la lectura, podemos revisarnos a nosotros mismos de mejor manera. William Burroughs decía que “el lenguaje es un vicio” y creo que es muy probable que la literatura funcione de igual manera. Se debe escudriñar en eventos o zonas donde el paradigma actual no lo ha hecho y meternos en nuestros claroscuros y el tiempo de lectura en cuarentena funciona como tiempo de repensarse y eso, a nivel de lenguaje, no hay duda de que va a crear nuevos modos de expresión de las cosas”, reitera.

“Los lazos de la institución literaria dejarán de existir como tal. Las camarillas literarias, claro, siempre existirán, pero se fisurarán en favor de nuevos cambios y generaciones que se relacionarán de distinta manera con las letras y lenguaje y eso, incidirá directamente en la creación literaria. Hace tiempo que el escrito, como tal, ya no pertenece necesariamente a las elites y, tras a pandemia, creo que estaremos en presencia histórica de figuras que no tendrán nada que ver con las de antaño, sino con la de un nuevo tipo de escritor que puede rapear, que puede ser un punk y representar toda la heterogeneidad social encontrándose con el lenguaje. Un completo nuevo mundo”, cree.

Nibaldo Cáceres, retoma su idea sobre “Ensayo sobre la ceguera” y asegura que cualquier cambio positivo al que acceda la humanidad después de esta crisis, será un buen epílogo. “Tengo la esperanza de que, al igual que en ese texto, aparecerá lo mejor del ser humano enfrentado al límite. No el de ahora, momentos en que opera la histeria, sino el que es capaz de sacar una enorme olla en medio del desabastecimiento y preparar una comida para el barrio. En ese acto revolucionario al que siempre le ha temido tanto la burguesía, la élite chilena: la olla común”, fantasea el profesor desde un lugar no muy lejano en el futuro, quizás.

Esa idea de la construcción de comunidad dice, se ha ido fortaleciendo desde el estallido y precisamente durante la pandemia ha encontrado un nicho para viralizarse, también. “Cuando pase el peak de la enfermedad y todo esto decante, pienso que nos veremos más como una comunidad en vez de mirarnos tan aisladamente como ha estado pasando desde hace décadas. Episodios como los del acaparamiento, la persecución del vecino y la sospecha de la infección han dejado a la vista nuestras vergüenzas como seres humanos incapaces de pensar en otros. El libro de Saramago no me lo he podido sacar de la cabeza las últimas semanas”, reflexiona el autor en el encierro.

 

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