No se debe soslayar que las medidas del gobierno contribuyen a que existan más desempleados y asalariados en condiciones precarias.
El Siglo.
28/04/2020. Las cifras oficiales confirmaron que se preveía. Hay alrededor de 1 millón 300 mil nuevos desempleados en el país, que se suman a unos 500 mil cesantes que venían de antes de la pandemia del coronavirus.
El gobierno indicó que eso apunta a una tasa de desempleo del 10%. Sin embargo, economistas y centros de estudios independientes, plantean que el porcentaje de trabajadores cesantes se situará al corto plazo entre 15 y 20 por ciento.
Es cierto que el origen de aquello está en la Covid-19 y los efectos de la crisis sanitaria. Pero no se debe soslayar que las medidas del gobierno contribuyen a que existan más desempleados y asalariados en condiciones precarias.
La disposición de que las empresas podían despedir y rebajar o suspender los sueldos, la Ley de Protección del Desempleo, el congelamiento de negociaciones colectivas, los insuficientes o nulos apoyos a trabajadores informales y temporeros, los beneficios a las grandes y medianas empresas, contribuyeron a que se elevara la tasa de cesantía. Y podría aumentar más aún en el segundo semestre del año.
Todo eso corrobora las denuncias de que el gobierno está privilegiando a los grandes empresarios y al capital financiero y está posibilitando que la carga de la crisis económica caiga encima de los asalariados.
La gente se siente desprotegida y sin salidas, mientras las mayores riquezas financieras del país, el sector empresarial y dueños de empresas que siguen con solvencia, llegan inclusive a sostener utilidades.
No tener trabajo o reducir el ingreso impacta a las familias de ese millón de trabajadores afectados por la crisis sanitaria, económica y laboral. Los precios de servicios, alimentos, arriendos y de escuelas se mantienen o aumentan. El gobierno, por ejemplo, no hace uso de su facultad de congelar los precios.
Se está produciendo un cuadro de grave afectación a cientos de miles de familias, de un porcentaje altísimo de trabajadores, todo a escala nacional, lo que traer consigo un impacto social y humano de proporciones.
Junto a eso, el incubar enojos, molestias, rabia, desesperación, crítica, que derivará en nuevos estallidos sociales y movilizaciones de la gente exigiendo derechos sociales. Es algo previsible.