Un sistema de salud fragmentado no puede contra la Covid-19

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Organismos que funcionan como compartimentos estancos, que no abordan en conjunto problemas de salud, y presentan dificultades en coordinación, flujos de información y eficiencia de gestión.

 Julio Sarmiento.

Médico. Taller Tegualda Monreal. Miembro de Comisión Nacional de Salud del Partido Comunista

 Santiago. 23/04/2020. Introducción

La irónica frase del Ministro de Salud, Jaime Mañalich, al referir que teníamos uno de los mejores sistemas de salud del planeta indignó a muchos. Sin lugar a duda, los que han vivido las penurias de los servicios de urgencia, la precariedad de la atención primaria de salud y el calvario del alto precio de los medicamentos rechazan de plano esta sentencia.

Pero lo cierto es que nuestro sistema de salud tiene grandes fortalezas, que paradójicamente no son mérito del gobierno actual, sino por el contrario, han sobrevivido a sus políticas mercantilistas como herencia de visiones de estado que nos hicieron poseedores de un Servicio Nacional de Salud, moderno y eficiente, que fue ejemplo de solución para países en vías de desarrollo en los años 60. Este servicio fue desmembrado en dictadura y ha sido continuamente mermado por los gobiernos de corte neoliberal. Sin embargo, nuestras grandes fortalezas como país residen en la consolidación y extensión de un sector publico que, aun estando debilitado, se yergue como la principal arma para enfrentar el COVID19, si es que logramos sacarle partido.

Experiencias exitosas

Sobre la experiencia chilena en el manejo de epidemias de este tipo el Dr. Juan Carlos Concha, destacado salubrista y ex ministro de Salud de Allende refiere: “Es cierto que el desmontaje del Servicio Nacional de Salud en varias autoridades regionales es responsable de la dispersión de un mando único previsto para catástrofes en el Código Sanitario. Sin embargo, el año 90, en presencia del cólera, todo eso fue resuelto por un acuerdo político y se diseñó un ‘estado mayor’ con gente experimentada, en la que más de alguno de sus miembros había tenido experiencias en epidemias de vibrión colérico. Lo segundo fue ordenar los servicios y seremías, mediante normas claras administrativas y técnicas. Se contrataron nuevamente educadores sanitarios, se instaló una amplia participación de los trabajadores de la salud y la APS jugó un rol decisivo para ordenar la participación y la colaboración de las organizaciones sociales. En tanto en Perú hubo 50000 casos, incluyendo a su Ministro de Salud, en Argentina fueron 5000 y en Chile, sólo 183.  Era el fruto de una larga tradición; el ministro de entonces era salubrista y de allí para abajo hasta en los servicios más alejados se mantuvo la trama de la tradición de la salud pública. De modo que no se debe caer en una falsa modestia y reconocer que en este país había un sistema de salud público que con una gestión política y epidemiológica acertada estaba mejor preparado que otros, a pesar del desmontaje y de la Constitución del 80”.

El problema de la segmentación del sistema de salud

La separación de funciones entre la gestión de la red (servicios de Salud) y la autoridad sanitaria (SEREMIS de Salud) es una de las estrategias que promovieron organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial para la privatización de los servicios de salud. Nuestro país no se quedó atrás e implementó primero en los 80, luego en los 90 y finalmente el 2005, una fragmentación de la red asistencial en servicios de salud autónomos, la municipalización de la APS y finalmente una división del MINSAL en dos subsecretarias, contribuyendo a que tengamos un sistema de salud profundamente segmentado, con organismos que funcionan como compartimentos estancos, que no abordan en conjunto los problemas de salud, y presentan grandes dificultades en la coordinación, los flujos de información y la eficiencia de la gestión. Esto a la luz de la pandemia se expresa en falta de insumos, desfinanciamiento del nivel primario y orientaciones confusas y ambiguas, además de los problemas de compras de servicios y disposiciones de capacidades diagnósticas del sector privado.

La falta de coordinación a nivel territorial

Las funciones que realiza el sector salud para propender a una población sana en tiempos de paz, pero sobre todo en una crisis como esta pueden resumirse en tres ámbitos esenciales: la autoridad sanitaria a cargo del cumplimiento de normas, planes y políticas de salud, la protección de los riesgos ambientales y la vigilancia; la gestión de la red que se encarga de la articulación y desarrollo de la red asistencial con sus diferentes niveles y especialidades de atención; y la atención primaria de salud donde se implementa el modelo de salud familiar con enfoque comunitario y se llevan a cabo los controles de salud a la población en los distintos programas buscando anticipar la ocurrencia de la enfermedad, abordar los riesgos de salud y colaborar con la mejora de los determinantes sociales de la salud desde un enfoque preventivo. Pese a que los tres están presentes sobre un mismo territorio a nivel regional, hoy día no articulan sus acciones de  manera conjunta y dependen de autoridades distintas, por lo que no comparten los riesgos, tienen dificultades para garantizar la continuidad entre niveles de atención y presentan dificultades en la gestión.

La propuesta de direcciones regionales

Por lo anterior se hace urgente la creación de un organismo central a nivel regional, que pueda coordinar estos tres ámbitos principales, teniendo a su cargo una población y territorio determinad. Esto puede mejorar la gestión de salud a nivel local, aumentar la efectividad de las acciones que se llevan a cabo para enfrentar la pandemia y alinear los incentivos para entregar un mejor servicio a la población.

La propuesta concreta es conformar direcciones regionales de salud, que pueden orientar los servicios de salud a las necesidades de su población, entregando una oferta integrada de acciones de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, ejecutando acciones de salud pública de impacto colectivo, a través de gestionar una red integrada de instituciones públicas y privadas, con distintos niveles de resolutividad y especialidad, organizada desde la atención primaria de salud, para dar continuidad en los servicios y hacer un uso eficiente de los recursos. La regionalización de la gestión de salud en sus ámbitos fundamentales, a través de la creación de las direcciones regionales promoverá una gestión centrada en las personas, la familia y la comunidad, teniendo en cuenta las particulares culturales, y de género, así los niveles de diversidad de la población. Con esta estructura la atención primaria de salud, las oficinas de la autoridad sanitaria y los servicios de salud pasarían a depender administrativamente de la nueva entidad.

Algunas tareas urgentes que es necesario implementar para contener la crisis, al igual que frente al cólera, es la búsqueda activa en la comunidad de pacientes Covid (+) y el aislamiento efectivo de estos, dotando a la APS de una mayor capacidad diagnóstica y a los hospitales de una mayor capacidad asistencial disponiendo para ellos los recursos del sector privado.

 

 

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