Un vistazo a la contingencia

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Un tema instalado. Efecto coronavirus. Derechos Humanos: sigue mal

Equipo ES. 13/03/2020. Un tema instalado.

La posibilidad de analizar en el Parlamento las condiciones mental y de salud del Presidente de la República como causales de inhabilidad para ejercer el cargo; la aseveración de legisladores, dirigentes políticos, analistas y partidos de que dado su mal desempeño y la tremenda crisis política que vive el país se debe barajar la opción de renuncia de Sebastián Piñera y adelantar las elecciones presidenciales y parlamentarias; las exigencias desde el mundo social y ciudadano de “Renuncia Piñera”, son factores que le abrieron un inmenso flanco de cuestionamiento al mandatario.

Transversalmente esta semana se comenzó a debatir si el Presidente debe renunciar para abrir una puerta de salida a la crisis, si hay posibilidad de inhabilitarlo por motivos de salud y mentales, y si sería positivo adelantar los comicios.

Eso se convirtió esta semana en un nudo de discusión y tensión en torno de Piñera, donde los protagonistas fueron representantes del oficialismo y la oposición, junto a articulistas y comentaristas que hablaron de esta situación, coincidiendo en general, de que se trata de algo delicado.

Tanto fue, que el propio mandatario se vio obligado a salir a explicar que está bien de mente y de salud, que no va a renunciar, que se debe respetar el periodo de 4 años en La Moneda. En comunicación política, un mal escenario es cuando un Presidente tiene que salir a aclarar algo de esa magnitud; es decir, el tema está instalado. Claro que, sintomáticamente, a la pregunta de qué es lo que él desearía hacer, prefirió no contestar.

Este debate tiene como origen la profunda crisis política que vive el país, en los desaciertos políticos y comunicacionales de Piñera, en déficit que presenta su administración, en la continuidad de la movilización social, en la seguidilla de hechos de violencia y en la constatación de masivas y terribles violaciones a los derechos humanos.

Por lo tanto, como lo hizo el propio jefe del Ejecutivo y algunos dirigentes de derecha, atribuir las polémicas en torno del mandatario a actitudes “de un hombre” o de intentos de “golpe de Estado”, son simples salidas mediáticas que no dan cuenta del fenómeno. Algo que se va haciendo una constante en el gobierno y la derecha.

Además, las pistas y planteamientos que se dan de renuncia del mandatario, de indagación de su estado de salud y el adelantar elecciones presidenciales y parlamentarias, están contempladas en las normativas constitucionales y electorales, por lo tanto, no habría ninguna alteración institucional ni afectación a la democracia.

Lo concreto, hasta la fecha, es que junto a los múltiples problemas y desafíos de la crisis política y social, deficiencias en la agenda gubernamental, alza del desempleo y baja de la economía, Sebastián Piñera tiene que lidiar con la instalación de la opción de su renuncia o inhabilitación.

Efecto coronavirus

Resultaría irresponsable no asumir en toda su dimensión “la llegada” del coronavirus al país y tratar con prudencia y realismo las consecuencias que ello tiene o podría tener en las actividades ciudadanas, incluidos los eventos masivos y las movilizaciones. Ya se sabe de la suspensión de conciertos, de asistencia de público a los estadios, y limitaciones a eventos como la Teletón. Las organizaciones sociales no deben substraerse de esta realidad.

Es posible pensar que una actuación en consciencia y correspondencia ante esta pandemia, de la que Chile no es una excepción, es muy necesaria y guste o no, podría afectar actividades masivas de protesta y expresión popular. Es algo que se debe prever y tener una postura. Hacer caso omiso por voluntarismo, puede significar la creación de circunstancias de afectación a personas y no responder a un fenómeno de salud real. Un camino importante es el de la prevención y de los cuidados.

Otra cosa es que el coronavirus sea aprovechado por el gobierno, ministros, la derecha política, empresarios y grupos fácticos, para inhibir la manifestación ciudadana, decretar medidas autoritarias y represivas e inclusive desatar campañas de terror que, por lo demás, ya están cursando desde esos sectores.

Hay que tener mucha atención con que el gobierno, la derecha y los fácticos pretendan poner en riesgo o de plano planteen la suspensión del plebiscito del 26 de abril próximo, donde se espera que la gran mayoría de la población apruebe el tener una nueva Constitución.

Además, desde diversos ámbitos habría que insistir y exigir que las autoridades de salud tomen los resguardos y generen las medidas apropiadas y efectivas para prevenir y encarar la expansión del coronavirus en el país. Es necesario que se conozcan los pasos a dar, las condiciones que hay en centros hospitalarios, la manera de manejar esta emergencia y la base de atención para posibles cientos o miles de contagiados.

Derechos Humanos: sigue mal

Se conocieron declaraciones de un alto funcionario de la Organización de Naciones Unidas (ONU) donde señaló tres elementos importantísimos en materia de derechos humanos en la situación actual de Chile: que se avance con prontitud y eficacia en las investigaciones, que el gobierno no está respondiendo a las recomendaciones de organismos internacionales en esta materia y que siguen llegando noticias preocupantes de continuidad en vulneración de DDHH.

Lo cierto es que en muchísimos casos, incluidos los llamado emblemáticos, como el joven estudiante y la mujer trabajadora, que perdieron la vista por impactos de balines y bomba lacrimógena en sus rostros, no se avanza, no se conocen ni los nombres de los agentes del Estado que son investigados, algunos de ellos como los carabineros procesados por transgredir protocolos y cometer actos criminales siguen trabajando, no se ve progreso en las indagaciones por violaciones a los DDHH con una sombra de impunidad que comienza a extenderse.

Al menos cuatro organismos internacionales y nacionales hicieron recomendaciones al gobierno para detener e intentar impedir la continuidad de agresiones, abusos y vulneraciones a las y los ciudadanos, pero la revisión de esas da como resultado que se hizo poco o nada. Nadie sabe en qué están esas resoluciones y persiste un silencio como práctica desde la Subsecretaría de Derechos Humanos, cuya titular solo salió a entregar declaraciones cuando se conocieron informes internacionales, dedicándose a defender al gobierno, avalar el actuar de Carabineros, entregar frases formales sobre las violaciones de derechos humanos y hacer promesas que en gran parte está incumplidas.

Los derechos humanos se siguen violando. No hay semana que Carabineros no esté involucrado como institución en actos como golpizas, lanzamiento de proyectiles fuera de protocolo, abusos a transeúntes y manifestantes, denuncias de actos prepotentes. Los heridos suman y siguen. Aumentan las lesiones oculares. Mientras en redes sociales se ven patrullas y uniformados escoltando y saludando a miembros de bandas paramilitares de la ultraderecha y conviviendo con personas del barrio alto que están porque no haya nueva Constitución. El jefe de Carabineros va al Congreso y no reconoce absolutamente ningún error, no entrega información sobre los casos investigados y además se da el lujo de hacer comentarios políticos como que a él le gustaría no estar impedido de emitir opiniones porque le gustaría decir muchas cosas, con toda seguridad en contra de los manifestantes, de las movilizaciones y de las demandas sociales.

 

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