En el programa Estado Nacional Sebastián Piñera se limitó a reiterar sus intervenciones de hace cuatro meses, como si nada haya pasado en Chile desde entonces.
José Luis Córdova
Periodista
02/03/2020. Pareciera que el Presidente, su gobierno, el oficialismo, ejecutivos, productores y «rostros» de la televisión, son los únicos en Chile que no han entendido ni escuchado el clamor popular que resonó fuerte, incluso, en el último festival de Viña. ¿Oídos sordos o intenciones ocultas?
En el programa Estado Nacional -ahora nocturno y dominical de TVN- Sebastián Piñera se limitó a reiterar sus intervenciones de hace cuatro meses, como si nada haya pasado en Chile desde entonces. Su insistencia en la represión policial para acallar las manifestaciones por las demandas sociales de la gente se equipara -por su reiteración- al llamado a «la paz» y a condenar la violencia.
Los canales de TV siguen como se nada hubiera pasado en nuestro país desde el 18 de octubre pasado. Apenas 3 (Maroon 5, Ozuna y Alexandre Pires) de los 18 artistas invitados a la Quinta Vergara no se refirieron con molestia y dolor a la represión policial, la ineficiencia del gobierno y la indolencia con la desigualdad y los abusos denunciados en las marchas y manifestaciones de los últimos cuatro meses. No hizo falta Bombo Fica para sospechar de un silencio cómplice.
Marzo partió con nuevas parrillas programáticas, pero -en realidad- con muy pocas novedades. Vuelven los programas «Bailando por un sueño», con escenografía y coreografías que recuerdan la década de los 80 en «Sábados gigantes», «Sabor latino» y otros bodrios sedantes televisivos en medio del ocaso de la dictadura. El espacio de imitadores»Yo soy»; «La divina comida (6), «Master chefs (Celebritys)» y su contrapartida «Cocina fusión», con más salmó y frutos rojos en sus menús, «Pasapalabras (Kids). Es decir, prácticamente nada nuevo bajo el sol.
La presidenta de la UDI, senadora Jacqueline Van Rysselberghe advirtió muy suelta de cuerpo en Estado Nacional que, en marzo «habrá más heridos», en una suerte de amenaza y elogio a carabineros, que -según Piñera- ahora cuentan con «mejor preparación, inteligencia y tecnología de punta». (?)
En materia de líneas editoriales, de pautas de prensa, se insiste en los noticiarios en un par de notas de actualidad, donde no puede faltar Piñera, accidentes, hechos delictuales y recuerdos de archivo con saqueos, incendios y otras tropelías que ni se investigan para conocer y sancionar a sus autores.
Está claro para los fiscales que la sombra de dudas se cierne sospechosamente sobre ellos ya que hay testimonios audiovisuales de vehículos, agentes sospechosos y la increíble ausencia de efectivos policiales precisamente donde se producen estas actividades vandálicas. Sin embargo, durante las marchas y concentraciones, el GOPE y las FFEE acometen con furia contra manifestantes pacíficos o los centros de atención voluntarios de heridos y lesionados.
La televisión se limita a repasar una y cien veces los ataques al museo Violeta Parra (2 veces), a la «universidad» Pedro de Valdivia (2 veces), al Cine Arte Alameda, GAM, el Café Literario del parque Bustamante (2 veces) y otros, sin detenidos, testigos, ni menos sospechosos.
Si queda tiempo, los informativos entregan detalles sobre polémicas vecinales, lomos de toros», casos sociales con niños o adultos y graves enfermedades, ¿Cuál canal se ha dedicado a denunciar los abusos de las AFP, las Isapres y el deplorable sistema público de salud?
Ni hablar del proceso constituyente, acotado a una efímera y brevísima franja electoral que parte el 26 de marzo, con la distribución injusta y desigual de escasas décimas de segundos para las opciones «Apruebo» y Convención Constitucional, mientras las manifestaciones más multitudinarias ocurridas en todo Chile claman por una nueva Constitución democrática y participativa, con paridad de género, cupos reservados a los pueblos originarios y participación de independientes. Todo ello a partir de una asamblea constituyente soberana y plenipotenciaria,
¿Quién cree que la opción «Rechazo» implicaría una reforma a fondo de la actual carta magna? Si no estuvieron de acuerdo en las últimas cuatro décadas, por qué la derecha estaría dispuesta recién ahora a cambios fundamentales e imprescindibles? La televisión tampoco da respuestas a estas interrogantes. ¿Cuál es el rol de la televisión en ante este desafío político histórico? ¿Oídos sordos o intenciones ocultas?