Teillier: “Es clave continuar las movilizaciones sociales”

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El presidente del PC indicó que es necesario “mientras no se aclaren varios puntos del proceso constituyente y no se vean respuestas contundentes a las demandas” del pueblo.

Hugo Guzmán Rambaldi. Periodista. 17/12/2019. El presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, indicó que es necesario seguir con las movilizaciones “mientras no se aclaren varios puntos del proceso constituyente y no se vean respuestas contundentes a las demandas” del pueblo. Afirmó que “al gobierno y a gran parte del Parlamento les ha faltado sopesar la magnitud de lo manifestado en las calles” en estas semanas.

Sucedieron muchísimas situaciones en este último mes. ¿Qué síntesis podría hacer a estas alturas de lo ocurrido desde el 18 de octubre?

Podría decir -porque son muchas las cosas que se pueden analizar- que la mayoría del pueblo chileno que se movilizó en las calles fue conquistando espacios y objetivos nuevos que hace más de un mes eran impensables en el marco del actual gobierno de derecha de Sebastián Piñera. Es así como el pueblo venció a la represión, al Estado de Emergencia, al Toque de Queda, venció el miedo, a los militares que salieron a las calles, y el gobierno se vio obligado a retroceder en muchos aspectos. Hemos visto a un gobierno debilitado y arrinconado, ante millones de personas que se movilizaron por todo Chile. Al parecer, estaríamos llegando a la culminación de toda esta batalla. Sin embargo, hay que decir que no está todo terminado, todavía falta mucho, sobre todo en cuanto a demandas del pueblo. Aunque el gobierno y la derecha tuvieron que ceder a cuestiones fundamentales como la instalación de un plebiscito para tener una nueva Constitución. Al gobierno y a gran parte del Parlamento les ha faltado sopesar la magnitud de lo manifestado en las calles, en las movilizaciones. Han menospreciado la representación de los trabajadores y otros sectores de la población, como el No+AFP, los pobladores, las feministas, los profesores, de los derechos humanos, los portuarios, los estudiantes que jugaron un papel relevante. El movimiento social y sindical modificó el cuadro político del país, crearon nuevas correlaciones de fuerzas, y muestran que son capaces de seguir luchando. Se están alcanzando algunas conquistas, menores todavía, en el plano económico y social. Se necesita una enorme inversión en beneficio de la gente, con los presupuestos actuales no se pueden resolver los problemas que se exige que se resuelvan.

Antes del estallido social el gobierno tenía proyectos restrictivos de derechos, quería echar atrás reformas del gobierno anterior, y daba portazos a transformaciones. ¿Usted cree que volvió con más fuerza el tema de las transformaciones?

Bueno, se está llevando adelante una transformación capital que es el cambio de Constitución. Eso tiene que arrastrar otros cambios profundos. Por esa vía puede cambiar el papel del Estado. Estamos en un camino de tener que llevar adelante reformas profundas porque eso permite responder a las demandas del estallido social, ya no se puede seguir con lo que quería el gobierno antes. Digo eso, porque en el marco del neoliberalismo, así como está la política económica, no se podrán resolver los problemas del país. Se podrán poner parches, hacer cosas acotadas, pero si no se hacen reformas profundas no será posible responder a las exigencias de pensionados, de los asalariados, de los estudiantes, de los trabajadores.

¿Qué mensaje deja que se defina que el estallido fue espontáneo, donde no hubo una conducción política?

Tan espontáneo no fue. El inicio de todo esto lo organizaron los estudiantes secundarios, inventaron eso de saltarse los torniquetes en el Metro, como una protesta genuina ante el alza del precio del pasaje. Pusieron a la vista la protesta por alzas en servicios, en el gas, en la luz y en contra de los continuos abusos. Esos jóvenes provocaron algo como un detonante. Sacaron de la profundidad algo que estaba muy larvado y que salió a la superficie como un volcán. El estallido social estaba anidado en lo más profundo del pueblo chileno. Hubo espontaneidad, hubo conducción social, hubo algo de conducción política, eso se fue viendo durante las semanas. Los militantes de los partidos estuvieron en las calles. Los que jugaron un papel de conducción más elevado fueron aquellos que están en la Mesa de Unidad Social. Ellos dijeron que no son los que orientan a los millones de personas en las calles, pero cuando han convocado, han movilizado a cientos de miles de personas. También hicieron la demanda social muy concreta.

¿La magnitud de la movilización demostró que en la sociedad chilena hay un estado de consciencia social y política?

Para que se produjera un estallido social como el que hubo, tienen que producirse varias cosas. Una de ellas, es que exista un grado alto de indignación ante la desigualdad, el abuso, ante la cerrazón de las autoridades para escuchar, ante los malos tratos, ante las pensiones bajas. También hay un componente de maduración política, aunque la gente diga que no tiene nada que ver con los políticos. Pero hay consciencia política, porque se sabe que para poder resolver las carencias y los problemas hay que movilizarse y así producir cambios profundos. La gente es consciente de que debe haber cambios, una nueva Constitución, cambios en la institucionalidad, en las leyes, en los derechos. Eso maduró y su expresó en la movilización.

¿Se podría decir que uno de los grandes cambios de estas semanas es que el movimiento social y la sociedad civil están en un rol mucho más protagónico?

Estoy convencido de que es así. En estos momentos hay una gran expectación por el proceso constituyente que se podría iniciar en los próximos meses. Esa expectación no deja de lado la preocupación por algunas cuestiones, como ese cerrojo de poner 2/3 de quórum para aprobar los contenidos de la nueva Constitución. También respecto a las demandas sentidas de la población. Ahora, el gobierno debe ver que el movimiento social es protagónico y se movilizó ampliamente.

¿Usted cree que deben continuar las movilizaciones?

En mi opinión es clave continuar las movilizaciones sociales mientras no se aclaren varios puntos del proceso constituyente y no se vean respuestas contundentes a las demandas. Además, mientras no exista una real agenda social, que sea clara y resuelva de verdad los problemas que se plantearon.

¿Cómo ve al Presidente Sebastián Piñera?

Lo veo muy debilitado. Hay muchos rumores de que no tiene las manos en el timón, tiene un barco a la deriva y sujeto a lo que digan algunos ministros y asesores de La Moneda. Casi todo está descansando en el ministro (Gonzalo) Blumel, de Interior. Esto de que las Fuerzas Armadas salgan de conjunto a afirmar que no hubo violaciones a los derechos humanos en Chile, es para salvar nuevamente al gobierno, de tratar de mantenerlo. Porque las acusaciones de violaciones a los derechos humanos son bastante graves. Lo veo debilitado y limitado al Presidente.

¿Cómo evalúa el factor represión y de derechos humanos?

Hubo una sorpresa muy grande de que un gobierno recurriera a un Estado de Emergencia, que sacara a los militares a la calle, y que ordenara una represión de la extensión, profundidad y violencia que se vio. Hay una enorme cantidad de víctimas, las cifras son muy negativas. La violación a los derechos humanos es algo refrendado por todas las instituciones de derechos humanos, nacionales e internacionales. Eso nos retrotrae a otros tiempos que no queremos que vuelvan. Por eso, a este nivel de violaciones de derechos humanos hay que ponerle coto de inmediato. ¿Cómo? Haciendo uso del máximo de la institucionalidad democrática. Eso tiene que ver con hacer las denuncias, hacer las investigaciones sobre las personas muertas y heridas, sobre quienes perdieron ojos, saber qué pasó con las violaciones y abusos sexuales, y que se esclarezcan las responsabilidades de uniformados y las responsabilidades políticas de las autoridades. Por eso nosotros, junto a parlamentarios de otros partidos, presentamos una acusación constitucional en contra del Presidente de la República porque él aparece como el principal responsable de estas violaciones a los derechos humanos. Esto no se hizo, como algunos dicen, para derrocar al gobierno, para crear una hecatombe política. No es eso, el problema es que si se mantiene la impunidad, no se fiscaliza al Ejecutivo, estaríamos cometiendo un pecado importante, una falta de ética, cuando son los parlamentarios los que tienen la facultad de fiscalizar cuando se exceden los gobernantes y las autoridades en temas como éste.

En medio de esto se habló, otra vez, de cambiar la doctrina de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, especialmente “modernizar” a esta última institución.

Muchos de los elementos doctrinarios de ellos, todavía están presentes, vienen de la dictadura. Uno ve que siguen con la misma doctrina. Hay que preguntarse cuál es el papel de las Fuerzas Armadas y de Carabineros en una sociedad que se dice democrática. Ahora mismo el Presidente (Sebastián) Piñera envió un proyecto para que los militares vigilen puntos estratégicos, que no está claro cuáles, y antes les puso tareas para combatir el narcotráfico, entonces los está metiendo en labores bien cuestionables para el rol de las FFAA.

En ese marco, hubo el rumor de que el acuerdo político por el plebiscito entre la derecha y un sector de la oposición fue porque había una amenaza de acción golpista, de nueva salida de los militares a poner orden…

Eso es algo que hay que investigar. Precisamente hice una intervención en la Cámara de Diputados donde solicité que se envíe un oficio al Ministro de Defensa para que explique o aclare si hubo o no coacción de parte de instituciones como las FFAA para obligar a esa salida política tan rápida, que surgió de la noche a la mañana, entre cuatro paredes, con pocos protagonistas, separada de las representaciones sociales y de los que se manifestaron y exigieron que las cosas se hagan de una manera distinta. También hubo exclusión de partidos. Salió la versión, incluso en medios de prensa, de que esos actores políticos actuaron de una manera porque fueron intimidados por la posibilidad de que el factor militar empezara a actuar, en cualquier dirección. Eso puede ser una presión bastante fuerte por coacción, presencia o porque salen a las calles a reprimir.

 

 

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