Casi tres millones ochocientos mil chilenos/as confiaron creyeron en la fábula de la derecha. Parte significativa de esos millones de compatriotas hoy se vuelca a las calles con un grito: “renuncia Piñera”.
Juan Gajardo
Miembro de la Comisión Política del PC
25/11/2019. El gobierno del señor Piñera ha fracasado. Escuchar hoy sus promesas de hace dos años atrás, mientras se desarrollaba la segunda vuelta de la campaña presidencial y contrastar con la actual realidad, es un ejercicio que deja al desnudo la demagogia del entonces candidato, pero también la capacidad de la mayoría de los medios de comunicación para tergiversar la realidad, asignándole dotes de estadista a un personaje que la historia recordará en su actuación política como un presidente nefando. Casi tres millones ochocientos mil chilenos/as confiaron creyeron en la fábula de la derecha que hablaba de seguridad, de crecimiento económico, de nuevas oportunidades, de corrección de las desigualdades del sistema, de una mejor democracia, de poner fin al nepotismo y la corrupción. Parte significativa de esos casi cuatro millones de compatriotas hoy se vuelca a las calles con un grito: “renuncia Piñera”.
El presidente, carente de capacidades para el manejo de crisis, por su indolencia y poca empatía, cuestión que ya había quedado clara el año 2011 con motivo de las movilizaciones estudiantiles, busca una vez más en este período revertir la situación empleando el peligroso recurso de recurrir a los militares. Y decimos peligroso porque además de ser atentatorio a la seguridad de toda la población, sólo consigue escalar un conflicto a niveles que ponen en riesgo la construcción de un proyecto país futuro que integre al conjunto de los actores sociales.
La presentación de una acusación constitucional en la Cámara de Diputados, más allá del resultado de la misma, es una acción prevista en el actual orden institucional, bajo el supuesto que las autoridades deben hacerse responsables de las resoluciones y conductas que tengan en el ejercicio de su cargo. En este caso, los patrocinadores de la acusación, cubren una gama significativa de las fuerzas políticas con representación parlamentaria e interpelan a sus pares a discernir en conciencia y en derecho, los méritos de esta acusación. No es el salto a ningún vacío, menos un aventurerismo putchista, simplemente se pretende que el señor Piñera responda por sus conductas, en los marcos de la actual constitución y con los mecanismos que esta establece.
Y si bien es cierto que es en los marcos de la actual constitución cuestionada donde se presenta esta acusación, también es cierto que sobrepasando armazones levantados a espaldas del movimiento social organizado, sigue siendo la propuesta de una nueva constitución demanda estructurante. Tras ella y también de sus demandas se han movilizado los trabajadores de la mesa del sector público, también es demanda de las mujeres que el lunes 25 marcharán en todo Chile rechazando la violencia ejercida contra mujeres, cuando son decenas las denuncias de agresiones sexuales realizadas por agentes del Estado contra mujeres en estos días de movilización social, sin olvidar los casi cuarenta femicidios; también estará la demanda de nueva constitución en las movilizaciones de trabajadores/as del día 25 y en el llamado a huelga general del día 26. Desde su espacio los municipios se aprestan a realizar a mediados de diciembre un plebiscito sobre formas y tiempos de redacción de una nueva constitución.
La relevancia de la discusión constitucional va más lejos de las capacidades que el instrumento en sí tiene. En esta discusión se expresan quienes prefieren la actual constitución, nacida bajo la presión de las bayonetas fascistas y que en esta coyuntura harán los esfuerzos por estabilizar a este gobierno, en la pretensión de bajo cualquier fórmula mantener posibilidades de ganar nuevamente el poder ejecutivo. A ellos/as no les gustó firmar este compromiso de nueva constitución, pero lo hacen como un peaje pagable para mantener controles de situación. Hay otro sector que deseando una nueva constitución lo hace buscando preservar rasgos distintivos del actual modelo. En la coyuntura son anti Piñera, pero, porque se ven como los más seguros inquilinos de La Moneda o porque mucho de lo actualmente criticado ha sido su obra en estos 30 años, morigeran su actuar evitando que se les confunda con alteradores del orden existente. Allí se ubica el otro segmento de los firmantes del acuerdo del pomposo título. Finalmente estamos quienes no firmamos, quienes creemos que este no sólo es un fracaso de Piñera sino de un modelo que colapsó, que es necesario un modelo de desarrollo que supere el neoliberalismo y que para eso una nueva carta fundamental es necesaria. Quienes así pensamos centramos hoy nuestro accionar en la movilización social y nuestra confianza en las capacidades del pueblo de Chile.