Creyeron, junto a los sectores de oposición que participaron de ese acuerdo, que estampando sus firmas y con la venia del gobierno, que todo se iba a detener en las calles de Chile.
Pablo Monje-Reyes
Miembro Comité Central Partido Comunista de Chile
24/11/2019. Hoy, en la derecha se están pronunciando los duros, los pinochetistas de siempre, los que se amparan y atrincheran en la obra de su general, los que defienden la Constitución del ‘80 a rajatabla. Son aquellos que se visten con ropaje demócrata, pero que no dudan un segundo en defender el modelo neoliberal impuesto por la dictadura militar a sangre y a fuego. Dejaron avanzar expectantes y con desconfianza el “acuerdo por la paz”, acuerdo que, mirado a contraluz, se perfiló inmediatamente como débil, sospechoso, poco claro y condicionado por las minorías de derecha. Creyeron, junto a los sectores de oposición que participaron de ese acuerdo, que estampando sus firmas y con la venia del gobierno, que todo se iba a detener en las calles de Chile, que se acabaría la movilización popular. Pero, a la luz de los acontecimientos y de los porfiados hechos, el tristemente famoso acuerdo no pasó la prueba de la blancura y el pueblo sigue movilizado. El movimiento social de nuestro país, aprendió heroicamente en estos días, que una mentira es suficiente para poner en duda hasta cualquier intención de verdad.
Esto lo observó la derecha dura, la derecha neoliberal, la intransigente, y salió al ruedo con todo su poder simbólico autoritario. El senador Allamand(RN) amenazó con la continuidad de la Constitución del ’80 planteando en el diario “La Tercera” que; «si no se alcanzan los 2/3 para ninguna de las normas, fracasó la convención, si fracasó la convención no hay plebiscito de ratificación, y si no hay plebiscito de ratificación-aunque a algunos les moleste- no hay nueva Constitución. Por lo tanto, rige la Constitución vigente».
La presidenta de la UDI -por su parte-, aseveró en Radio Duna respecto de votar No, que;»estoy absolutamente convencida de que este cuerpo legal, más allá de las críticas que se le puedan hacer, es un cuerpo legal que le ha permitido crecer al país en los últimos 30 años. Ha permitido que mucha gente que estaba en la extrema pobreza hoy sea de clase media. Decidimos hacer esa pregunta de optar por la actual Constitución porque creemos que es legítimo que las distintas opciones se transparenten».
Asimismo, José Antonio Kast anunció que pretende defender la actual Constitución de 1980, en declaración de su colectividad-el partido Republicano-;“la actual Carta Magna, es un instrumento que le permitió a nuestro país ser la nación más exitosa de la región, librando a millones de chilenos de la pobreza extrema y construyendo bases sociales, económicas y políticas sólidas que son garantía de un país serio”, declaraciones recogidas por radio Biobío respecto de ese bando militar llamado Constitución del ‘80, y que fuera confeccionado y aprobado en dictadura sin ninguna norma democrática que la legitime.
De estas declaraciones solo se desprenden perfiles autoritarios y dictatoriales, y consecuentemente con ello, defienden el legado de la Constitución de Pinochet y para ello no trepidan en amenazar. Creer que se van a someter fácil y dócilmente a un acuerdo que ya es ventajoso para ellos, es no entender el origen y la historia política que defienden. Saben que deben ganar tiempo para convencer a otros sectores que el mal está en las calles y que se requiere más fuerza y más represión para detener la protesta política. Su fórmula es golpear al pueblo. Pero, para eso necesitan el consenso de los dueños del capital y de quienes tienen el poder de fuego. Tienen todo el deseo de avanzar en esta estrategia y es claro que no se detendrán. Hay que observarlos como instalan su discurso.
Solo el fortalecimiento de las convicciones democráticas expresadas en las demandas de la Mesa de Unidad Social, la movilización permanente y multitudinaria del pueblo por todas nuestras calles y por todas nuestras ciudades, y el intenso debate ideológico, político, social, en la base popular de los Cabildos, pueden detener y aislar a la derecha dura y sus cobardes e irresponsables pretensiones políticas criminales y autoritarias.