El viernes recién pasado,apenas horas después de ese sigiloso y turbio acuerdo, el pueblo se volvió a movilizar masivamente y demostró nuevamente que por ningún motivo ni razón está disponible para pactos a sus espaldas.
Pablo Monje-Reyes
Miembro Comité Central Partido Comunista de Chile
19/11/2019. Desde las primeras horas de la mañana del martes 12 de noviembre se dio inicio al paro nacional productivo convocado por Unidad Social. Trabajadores y trabajadoras, pobladores y pobladoras, múltiples organizaciones sociales, culturales y territoriales, avanzaban ocupando las anchas alamedas en todo el país. Se vieron marchar sindicatos del sector privado que por primera vez se plegaban a una movilización nacional,sindicatos del sector público, colegio de profesores, estudiantes, la Coordinadora No+Afp, agrupaciones artísticas, movimientos feministas en todas susexpresiones, entre otras, era un pueblo marchando resuelto y convencido. Todo en pazyunalúcida claridad en sus demandas y con una resuelta fuerza en su disposición. El discurso de cierre de este Paro Nacional fue un llamado claro y preciso;¡¡Nueva Constitución por medio de Asamblea Constituyente!!Las movilizaciones continuaron todo el día, una jornada más de lucha en donde el pueblo termina defendiéndosecon coraje y valentía popular ante la desbordada y brutal represión policial.
Una vez más, se alzaban las y los trabajadores y muchos más, también el puebloen su conjunto y con sus hijos. La derecha, claramente atemorizada responde desde La Moneda buscando una salida, respuesta que fue al más puro estilo patronal y matonezco sin cambiar en nada su guión genético e histórico, Piñera, nervioso y disperso, sale a llamar a “la paz” y poner fin a la violencia, así, propone un acuerdo político, pero advierte si no hay acuerdo habrá persecución a los instigadores, a los que azuzan, a los que incendian la pradera y provocan que se alcen los de abajo, que se alce el pueblo. Pero hasta hoy, su silencio cómplice y criminal respecto de las y los muertos, de las y los mutilados, de las y los torturados y violados, que los órganos represivos del Estado bajo su mando como jefe de Estado han cometido comoautores y responsables.
Reacciona el gobierno y alinea a los partidos de derecha, suma a algunos partidos de oposición, a losvacilantes de siempre y todos corren por los pasillos del congreso a tomar algún acuerdo que les permita respirar y ganar tiempo. Hacen la parodia del debate, del acuerdo refundacional, del acuerdo histórico,del acuerdo salvador de la patria y de la democracia. Increíblemente, se unen perseguidores y perseguidos en la historia reciente de Chile. Y la máxima moral para justificar este comportamiento es que Chile está primero, ¿cuál Chile? nos preguntamos; pues, el Chile de los privilegiadose intocables, el Chile accionario y gerencial, el Chile paltón y patronal. Porque el Chile popular, el Chile de las mayorías, el Chile que está luchando por cambios profundos sólo con sus manos y sus pies,sólo con su coraje y sus convicciones, ese Chile, en verdad, no se veía por ninguna parte en estas reunionesdesalón en uno de los palacios del poder. Palmoteos y sonrisas eran la tónica. La derecha exultante porque finalmente repetía exitosamente la fórmula que tantos dividendos le ha dado en los últimos 39 años, ganar con la pequeña y mágica fórmula en donde el 33% manda al 66%, fórmula inaugurada desde la dictadura.
De pasada, se festinaban al Partido Comunista por no haber participado de tan “honorable” acuerdo. Claramente,alimentando anquilosadas posiciones anticomunistas, porque no fueron solo los comunistas quienes rechazaron este acuerdo aespaldas del pueblo. También lo rechazaron los humanistas, los ecologistas verdes, la federación regionalista verde social, los progresistas, casi toda convergencia social y diversos diputados descolgados del acuerdo cupular de sus partidos.
El viernes recién pasado,apenas horas después de ese sigiloso y turbio acuerdo, el pueblo se volvió a movilizar masivamente y demostró nuevamente que por ningún motivo ni razón está disponible para pactos a sus espaldas y entre cuatro paredes. La soluciónes cada vez más clara para el pueblo; Plebiscito consultando por el cambio a una nueva Constitución, elección directa de los miembros de una Asamblea Constituyente y, ratificación por medio de otro Plebiscito para sancionar la nueva Constitución que se proponga. Todas consultas al pueblo con voto obligatorio. Dejando claro que los acuerdos deben ser de mayoría y no de las minorías como lo propone este acuerdo por “la paz”, que no es otra cosa que un burdo arreglo desde el poder para intentar salir huyendo de la crisis, sin entender aún, que la única salida razonable y definitiva es poner fin a los males de la desigualdad que aquejan a Chile y darle dignidad a su pueblo por medio de una nueva Constitución.