¿Qué no le resultó a Piñera?

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¿Por qué Espina no salió en la foto? ¿Para qué fue la reunión que generó tanta tensión y expectativa? Lo más claro del mensaje, amenazar a dirigentes sociales y de la oposición.

Hugo Guzmán. Periodista. 12/11/2019. Alrededor de las 23 horas de este martes, en las redes sociales (RRSS), círculos políticos y ámbitos periodísticos se decía que los altos mandos de las Fuerzas Armadas (FFAA) y algunos personeros de la derecha le habían dado un “no” al Presidente Sebastián Piñera en cuanto a establecer un estado de excepción y volver a sacar los militares a la calle.

También se rumoraba que dirigentes de colectividades de derecha, algunos asesores y representantes de grupos económicos y financieros, no estarían porque el país entrara a un nuevo Estado de Emergencia y menos un Estado de Sitio, no respaldarían un nuevo despliegue de las FFFAA frente a las movilizaciones sociales y no apoyarían en ello al mandatario.

Las versiones se agolparon ante el discurso prometido por Piñera con un alto grado de tensión e incertidumbre, después de llamar a La Moneda al ministro de Defensa, Alberto Espina, al de Interior, Gonzalo Blumel y al encargado de seguridad pública, el subsecretario Rodrigo Ubilla. Se habló, también en RRSS, medios de prensa y el mundo político, de que se vendría un Estado de Sitio, “más represión”, fuertes medidas autoritarias y la nueva salida a las calles de los militares.

Sin embargo, y de acuerdo a analistas, comentaristas de medios y personeros políticos, el discurso fue de baja intensidad, errático, sin anuncios robustos y una verborrea retórica que no indicó ninguna novedad, salvo el anuncio de llamar a carabineros y detectives retirados, amenazar a dirigentes sociales y de la oposición y reiterar su postura de negarse a una Asamblea Constituyente para llegar a una nueva Constitución.

La interrogante surgió casi de inmediato: ¿Para qué fue la reunión que generó tanta tensión y expectativa? ¿Qué pasó entremedio que, obviamente, Piñera tuvo que salir a decir algo distinto a lo que pretendía decir inicialmente? Precisamente una especulación válida es que no logro un objetivo como volver a un estado de excepción y contar con las FFAA.

Hay otra pregunta: ¿Por qué Espina no salió en la foto junto al Presidente y sólo posaron en un salón de La Moneda el titular de Interior y la vocera, Karla Rubilar? Fue el ministro llamado especialmente a la oficina del mandatario para analizar la situación y tomar alguna medida excepcional, y después se va imprevistamente del palacio presidencial y no acompaña a su jefe en la importante aparición en los medios.

“Esto iba para otro lado”, dijo un comentarista en Radio ADN. “Aquí algo no salió como debía”, indicó un corresponsal extranjero. Y se vino una frase extraña y fúnebre de la vocera Karla Rubilar: “La historia nos juzgará si estuvimos a la altura”.

El que alrededor de la medianoche dio algunas luces, fue el presidente de Renovación Nacional, Mario Desbordes, al decir que el Estado de Emergencia “por supuesto que fue una alternativa”, manejada por La Moneda y partidos de la derecha y que así lo habría determinado Piñera. Desbordes luego enfatizó: “No sé cuál será la razón (para no hacer eso), porque no he hablado con el presidente en la última hora”.

No pasó nada verdaderamente importante

En definitiva, Sebastián Piñera no cumplió un con requisito básico de un anuncio presidencial generado en un escenario tenso y de expectación: que el mensaje fuera y quedara claro.

En la noche del martes lo que instaló la alocución presidencial fueron rumores, especulaciones, extrañezas y dosis de incertidumbre.

Todo era en el marco de extensas movilizaciones en todo el país, de una exitosa huelga general y también de varios sucesos de vandalismo y saqueos. El rumor persistente fue que se venía un Estado de Emergencia o Estado de Sitio, que saldrían los militares a la calle, que Piñera saldría con “puño de hierro”. También se habló de su posible renuncia, de alguna demostración de que cedería en el cuadro político adverso. Es decir, algo importante pasaría.

Pero con el discurso del Presidente no pasó nada verdaderamente importante. Salvo que hubiese algo oculto, imperceptible.

Porque su llamado a la paz, a la justicia y a una nueva Constitución (dentro de los actuales marcos institucionales, es decir, sin Asamblea Constituyente como plantearon todos los partidos de la oposición y exige la mayoría ciudadana en encuestas y movilizaciones), fue más de lo mismo, repetitivo, en un momento, por lo demás, que en esas materias el gobierno está cuestionado (al igual que Carabineros) y no cuenta con un sólido piso.

Donde fue preciso el mandatario, se produjo al amenazar a dirigentes sociales, sindicales y políticos. “El gobierno se querellará por la Ley de Seguridad Interior del Estado, contra quienes promuevan, fomenten y hayan cometido actos de violencia”, dijo. Esa es una implícita alusión, por ejemplo, al llamado a huelga general hecho por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la convocatoria a movilizarse realizada por Unidad Social (que agrupa a unas 150 organizaciones) y el respaldo de dirigentes y parlamentarios de la oposición a acciones estudiantiles y ciudadanas.

Sin embargo, lo ocurrido esta noche de martes y madrugada de miércoles, muestra a un Presidente Piñera debilitado, confuso, errático, y con un relato bajo la expectativa. Prueba de ello u otro ejemplo, fue esta aparición fallida si se considera la expectativa que se generó desde el propio gobierno.

Precisamente este martes recibió una derrota política de contundencia, cuando todas las colectividades de la oposición, desde la Democracia Cristiana, pasando por los de la ex Concertación, incluyendo a los del Frente Amplio y hasta el Partido Comunista, emitieron una declaración rechazando la tesis del gobierno de establecer un Congreso Constituyente para arribar a una nueva Constitución, y reivindicaron una Asamblea Constituyente como “el mecanismo más democrático”. Eso dejó atrincherado a Piñera.

En medio de todo, están presentes las fuertes disputas políticas entre las directivas de los dos partidos principales del oficialismo, Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI), precisamente sobre el mecanismo para llegar a una nueva Constitución, pero además sobre la manera de encarar la crisis política y social que vive el país.

Esas disputas se expresaron de manera fuerte en la reunión del pasado domingo en la casa de Sebastián Piñera, continuaron en reuniones en La Moneda y de alguna manera incidieron en los acontecimientos de este martes. Ello, como otro signo de debilidad del mandatario, incapaz de ordenar a su sector donde, por lo demás, saben de los serios problemas que aquejan al jefe de La Moneda y guardan distancia respecto a algunas decisiones.

 

 

 

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