Sergio Naranjo montó exposiciones en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y en Londres 38, surgidas del horror de la represión, de la inhumanidad.
Hugo Guzmán. Periodista. 09/09/2019. Llegó de México con su obra, en un montaje gráfico de mezcla de fotografía y plástica, para estar presente en la inauguración de dos exposiciones de su autoría. Una en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y la otra en el Espacio de Memoria Londres 38. Vino a su país “en democracia”, del cual salió exiliado después de ser apresado y torturado por ser un militante de izquierda.
“Retorciendo el tiempo” es el título de la muestra en el Museo, que no es solo revolver la época de la feroz dictadura con el presente, sino también representar que su creación salió de otro exilio, de estar instalada en México, donde el autor vive, para llegar o volver a Chile, el país natal. “Memoria, tiempo y reconstrucción” es también hablar del pasado que se lleva al espacio contemporáneo, en el testimonio del artista que fue torturado, agraviado, agredido, hostigado, despreciado, maltratado. Quizá como símbolo de todo, la resistencia frente al agresor, resistir, y no olvidar para testimoniar.
Sergio Naranjo Ramos es el autor, el creador, el que desafía. Llegó con sus trabajos al Museo de la Memoria para ser un recuento y una exposición más en la contribución a una historia que se reconstruye, “retorciendo el tiempo”, y a Londres 38, como lugar o lugares en que él estuvo como preso, víctima, torturado, y que no olvida.
“Es el dolor y el terror” dice a El Siglo el autor de la obra. Con elementos extraños, como la silla, convertida en objeto de representación. “Fue un objeto usado para torturar en distintas modalidades, y que de repente se convertía en un objeto de detenimiento del terror, hasta de pausa. Es increíble todo lo que puede representar la silla”, enfatiza Naranjo. Cuenta que “en Londres 38 estuve como un mes, amarrado a una silla, sentado, torturado, a veces me dejaban quieto en esa silla. Por eso hice una escenificación de la silla del lugar”. Insiste: “Es la presencia de la silla como un objeto de tortura, que puede ser también un objeto de placer, pero fue de tormento, de salvajismo”.
Abunda en que son muchos los objetos de la tortura y su representación y reafirma que de eso está hecha parte de la memoria y es lo que se puede llevar a una obra gráfica.
Naranjo expresa que es una creación necesaria cuando se le pregunta por qué volver al horror, a la tortura. “Son tiempos de desgarro, de sufrimiento, de muerte, y llega ahora el tiempo de reconstrucción individual, de reflexión, de reconstruirse, rearmarse. No es solo enfrentarse al tiempo del terror y del dolor, sino asumir un tiempo de esperanza y de reconstrucción”.
¿Por qué insistir tanto en la reconstrucción? “Porque lleva a una persona a vivir, a la alegría, a soñar, a construir otro mundo, a amar a tu compañera y a tus hijos, a querer a tus amigos”.
En estos cuadros y en otros que quedaron en México, Sergio Naranjo explora en cierto erotismo. “Es que todo esto, en alguna parte, tiene que ver con el erotismo”, explica, y sostiene que “es algo que hubo que recuperar, es algo de tu cuerpo que debía volver, el erotismo”.
Sobre la obra que expuso acá en Chile señala que “se trata de una técnica de grabado en papel, a mano, y la fotografía. Son cuadros donde se mezclan esas técnicas. La fotografía tiene volumen, color, concepto, mezclada con la dimensionalidad del papel grabado”.
Dice que busca que “se haga un diálogo con el público, que puede ser del horror, pero también de esa necesaria reconstrucción”. “Es un reflexión de mi cuerpo, de mi obra, con el público, con mi país, con quienes resistieron”.
Para Sergio Naranjo todo lo que ocurrió, hoy, “es como armar un rompecabezas con las cicatrices que quedaron, es vivir con el pasado y ayudar a vivir con el presente”. Enfatiza: “Uno se vuelve un arqueólogo de sí mismo, de algunos otros, toma rostros y circunstancias rotas y las junta en la obra, las une, las compone”.
El autor también analiza. “Yo creo que, como otros, represento a un colectivo que pasó por la represión, la tortura y el horror, el desgarro de un país, donde hay cosas no resueltas como la verdad y la justicia. Uno no olvida el desgarro de las familias, esos más de mil detenidos desaparecidos que no aparecen”.
Añade que “lo ocurrido no es algo que se haya detenido. Continúa en América Latina, en África, en muchos lugares, las políticas de exterminio, la tortura, el tormento, la persecución, sigue prevaleciendo un sistema injusto, represivo, hay una estrategia genocida”.
¿Qué significa exponer en Chile, en lugares como el Museo de la Memoria y Londres 38? “Con esto, mis obras dejan de estar exiliadas. Toda esta producción la hice en México. Ahora están en Chile. Cerré un círculo. Creé y exhibí en México y quería hacerlo en Chile. Total, el origen de todo es este país. Quería sentirme en Chile, vivir en Chile, es un regreso y traer mi propuesta”.