¿Un modesto ladrón de gallinas podría conseguir un certificado de antecedentes sin mancha’? La justicia televisiva es apenas un reflejo de nuestra triste realidad en la jurisprudencia.
José Luis Córdova
Periodista
27/08/2019. Aún hay quienes creen que la justicia más imparcial y eficaz se imparte en televisión con la doctora Ana María Polo -de la gusanería cubana en Miami- o nuestra criolla Carmen Gloria Arroyo. Pero todavía hay otros profesionales como Aldo Duque, Daniel Stingo, Claudio Rojas y otros. Todos son abogados-panelistas de nuestros matinales.
Duque y Rojas, incluso representan judicialmente a la madre de la joven Fernanda Maciel, asesinado en una bodega en Conchalí en febrero del año pasado. ¿Cómo es que Paola Rojas prefirió a estos dos conocidos abogados para su defensa? Misterio sin resolver.
A partir de la reforma a nuestro sistema procesal penal, las cosas han cambiado bastante en los estrados y la magistratura. Tanto que fiscales como el ex Sabas Chahuán, y sus colegas, Carlos Gajardo, Xavier Armendáriz, Sergio Moya y Eugenio Campos, entre otros, fueron y algunos todavía son asiduos visitantes a programas de televisión y verdaderos «rostros» de la alicaída farándula local.
Analizar casos policiales, conflictos de familia, debates residenciales, conflictos con el Fisco, tributos, imposiciones, deudas y contribuciones son temas que cualquiera de ellos puede enfrentar y resolver meridianamente. Pero ello no significa necesariamente que hasta allí nomás llega la justicia.
Está claro que ni las doctoras Polo ni la buenamoza Carmen Gloria dictaminan y sentencian simplemente ante las cámaras; que tampoco Duque, Stingo y demases no hacen más que especular con básicos conocimientos de causas y sumarios de las que se hablan en la televisión.
Los recientes casos judiciales del crimen del profesor Nibaldo Villegas y de la joven Fernanda Maciel -escandalosamente sobre expuestos- han dado pábulo a las más peregrinas lucubraciones que impactan en la «opinión pública» con mínimas pruebas y conocimientos del trabajo judicial de las policías y fiscalías.
Pero ocurre que Carabineros y la PDI son instituciones que están tan desprestigiadas en nuestro país a raíz de los hechos conocidos especialmente en el último tiempo -lo que no quiere decir que no hayan ocurrido igual anteriormente- que impartir «justicia» se ha convertido en una suerte de entretenimiento o juego.
La extradición de Hernández Norambuena, el procesamiento al fiscal de O’Higgins, Emiliano Arias, los últimos femicidios y otras noticias «policiales» han demostrado la ignorancia supina de los colegas periodistas televisivos en materia judicial. La verdad es que la banalización y relativización de complejos escenarios judiciales, de intrincados procesos en la jurisprudencia no contribuye precisamente a impartir la justicia «ciega», como se le caracteriza en la simbología popular.
Ni hablar de las inagotables series de abogados en las cortes norteamericanas que se ufanan como «héroes» en las cortes de ese país, mostrando a menudo «hechos de la vida real», aunque la gran nación del norte es uno de los países donde más cantidad de inocentes cumplen condenas o han sido ejecutados por mala administración de justicia en el mundo.
El tráfico de influencia, la desigualdad en el tratamiento de delincuentes de «cuello y corbata» es tan evidente que, hasta el bullado caso Penta terminó con los magnates Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín apenas asistiendo a un curso de ética ordenado por el poder judicial. Si vamos un poco más lejos, la otrora ministra de justicia de la dictadura, sobreseyó definitivamente al especulador financiero Sebastián Piñera de la estafa en el Banco de Talca. Quedó con los papeles tan limpios que llegó a ser Presidente de la República.
Los seguimientos y escuchas telefónicas contra el colega periodista investigador Mauricio Weibel revela sucias prácticas de la época de la dictadura que estamentos como el Ejército todavía utilizan a espaldas del sistema jurídico nacional.
Finalmente, ¿Un modesto ladrón de gallinas podría conseguir un certificado de antecedentes sin mancha’? La justicia televisiva es apenas un reflejo de nuestra triste realidad en la jurisprudencia.