Pareciera que el consumismo no ha permeado todavía a la esencia misma de la infancia nacional, lo que sería una muestra de identidad singular y la esperanza de un futuro mejor, pese a la televisión.
José Luis Córdova
Periodista
19/08/2019. Algunas reflexiones sobre el programa «¿Qué haría tu hijo?» de Canal 13. Primero, aclarar que no es una producción nacional sino una idea británica titulada «What would your kid do?» ,adaptada después por la productora argentina Agrandadytos de Buenos Aires y convertida también en una sección de «El Hormiguero» en Antena 2 de la televisión española.
Afortunadamente en Chile quedó en la animación Sergio Lagos -el señor Marciano, del grupo musical de ese mismo nombre- luego de que se había hablado para este rol de Francisco Saavedra ( el insufrible Pancho de las risotadas a lo Don Francisco en «Lugares que hablan»). Al parecer la familia Luksic lo tiene como un fetiche como rostro del canal.
El formato es absolutamente retro de la televisión clásica tipo «Sábados Gigantes», «Los Bochincheros» o «El festival de la una», en plena dictadura cívico-militar con regalos para los competidores al puro estilo consumista y neoliberal que, en este caso, ha chocado reiterada y felizmente con el deseo y la elección de los propios pequeños ganadores.
La idea es confrontar las respuestas y decisiones de los niños con las de sus padres pero el arribismo y la competividad afortunadamente no llegan tan lejos. En todo caso, con la actuación de estos peques está claro que pasaron los tiempos del pato Donald y del ratón Mickey, incluso el de los animés japoneses o coreanos. Los niños chilenos aparecen bastante adelantados a sus antepasados.
Los primeros participantes: Joaquín y Marco dieron verdaderas lecciones de autenticidad y conocimiento de la realidad de sus hogares y, en lugar de un juego de robótica -por ejemplo- el segundo prefirió un refrigerador alta gama «porque mis padres son pobres». Otros desdeñaron viajes de vacaciones a Brasil o implementos electrónicos caseros.
También es interesante constatar que los padres «famosos» se resistieron a presentar a sus hijos para este concurso de mera inocencia e ingenuidad donde no se les expone para nada. Hasta ahora solo el hijo del ex futbolista Rafael Olarra se la jugó y en muy buena forma.
El uso y abuso de peques en la televisión lo hemos criticado en estas mismas columnas pero, en este caso, los niños dan verdaderas lecciones a sus padres y emocionan hasta a las lágrimas al mismísimo Sergio Lagos. Pareciera que el consumismo no ha permeado todavía a la esencia misma de la infancia nacional, lo que sería una muestra de identidad singular y la esperanza de un futuro mejor, pese a la televisión.
Está claro que los menores conocen las necesidades de sus padres y algunos prefieren un lavavajillas para sus hogares que un juego por más sofisticado y moderno que sea. Pero a menudo, la tentación es demasiado y sucumben a las necesidades reales, verdaderamente ajenas al consumismo desenfrenado. Una lección también para sus papás.
Un espacio de concurso no demasiado contaminado -salvo naturalmente por los auspiciadores que ponen los premios- pero que nos muestra a los pequeños tal como son, sin restricciones.