Despidos y omisiones

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La falta de respeto a sus trabajadores y «rostros» no se diferencia en nada del trato laboral humillante en el comercio y negocio más empingorotado de nuestra alicaída economía nacional.

José Luis Córdova

Periodista

13/08/2019. Nadie debe sorprenderse de que las grandes empresas sean desconsideradas, mal agradecidas e inhumanas con sus trabajadores y los canales de televisión de nuestro país no son la excepción en este mundo del neoliberalismo salvaje.

Mientras el canal «público» se solaza despidiendo profesionales, técnicos y administrativos en violentas razzias, en la estación de Luksic «celebran» sus 60 años de vida con notables omisiones y una «historia» sesgada y malintencionada.

TVN ha realizado 70 despidos en las últimas semanas, entre ellos, la periodista Carolina Segura de larga y fructífera carrera, Ivonne Pino, Oscar Zúñiga y Esteban Roa. Ya el 22 de julio habían desvinculado a la gerenta general Alicia Zaldívar y el año 2018 a otros 200 trabajadores.

La explicación oficial es la crisis financiera a la espera de la capitalización prometida por el gobierno, sin embargo, los montos ya entregados han servicio más bien para finiquitos, indemnizaciones y convenios para retiros programados del personal.

En escueto comunicado, TVN afirma que «ha ejecutado un cambio en su estructura, producto de lo cual ha dejado de trabajar en la compañía medio centenar de personas. Esta acción cierra un ciclo -dice la estación- en el plan de negocios que busca dar viabilidad a TVN y se enmarca en una reorganización, que implica ajustes y reducciones de diversas áreas de trabajo, con el claro objetivo de hacer sustentable la televisión pública de Chile». Lenguaje propio de las grandes empresas y monopolios con cero respeto por los trabajadores, como ha denunciado el Colegio de Periodistas y otras organizaciones gremiales y sindicales sobre las relaciones laborales en los medios de comunicación.

Canal 13, en tanto, propiedad del poderoso grupo económico Luksic pretendió festejar los 60 años de existencia del otrora canal católico, cultural y -en sus tiempos- implementado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, que lo creó el 21 de agosto 1959.

En un par de programas especiales titulados «Detrás de las cámaras», se limitó a recordar a algunas de las figuras que pasaron por sus cámaras con diferentes grados de reconocimiento y aprecio de los televidentes durante las seis décadas pasadas.

Increíblemente partieron con entrevistas a Mario Kreutzbeger y el novel Francisco Saavedra -que sigue sus pasos en el irrespeto y la humillación a que someten al público en sus respectivos programas -el fenecido Sábados Gigantes, copia fiel de Sábados Circulares de Pipo Mancera en Argentina- y «Lugares de hablan» con Pancho y su risa destemplada.

Otros «rostros» fueron el inefable «tío» Emilio Sutherland, que se ufanó de su éxito al montar un operativo contra el ex senador Jorge Lavandero que terminó con la carrera del político de este opositor a la dictadura en medio de acusaciones poco fundadas de acoso. El mismo «tío» Emilio que reclutó pobladores para montajes en su supuesta lucha contra la delincuencia y el micro tráfico de drogas sin tocar un pelo a los verdaderos financistas de este lucrativo negocio.

Canal 13 olvidó todo el período de inicios del canal bajo la dirección de Eduardo Tironi Arce, donde fueron figuras señeras el director de televisión Hugo Miller, el conductor de noticias Pepe Abad; los actores y animadores Enrique Bravo Menadier, Mario Hugo Sepúlveda, Gabriela Velasco, Pepe Guixé; el gestor cultural Jorge Daham, el productor Jaime Celedón, el ex director ejecutivo Claudio di Girolamo, los periodistas Leonardo Cáceres, Jaime Vargas, Hernán Olguín y muchos otros en las décadas de los 70, 80 y 90 del siglo recién pasado. Está claro, era televisión en blanco y negro, con grabaciones en celuloide antes del descubrimiento y aplicación masiva de los videos, pero igualmente todo indica que durante la dictadura, las autoridades del Canal quemaron o se deshicieron de documentos y filmaciones históricas comprometedoras de ese período democrático.

La Universidad Católica entregó en el 2017 el 33% de las acciones al grupo Luksic y el 2018 al grupo español Secouya, aunque Max Luksic es el director general de la estación. Como ejecutivo de esta empresa del grupo familiar, la falta de respeto a sus trabajadores y «rostros» no se diferencia en nada del trato laboral humillante en el comercio y negocio más empingorotado de nuestra alicaída economía nacional en medio de una nueva crisis capitalista.

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