Gobierno juega al desgaste del movimiento, a lograr una pírrica victoria que satisfaga su desprecio hacia los educadores.
Juan Gajardo
Miembro de la Comisión Política del Partido Comunista
07/07/2019. El magisterio, principalmente el que trabaja en la educación municipal, ha sostenido un largo movimiento huelguístico asumiendo el llamado de su dirigencia. No es la primera vez que este sector, el más dinámico gremialmente en el ámbito educacional, enfrenta una prolongada lucha en defensa de sus reivindicaciones. La particularidad en esta ocasión la brinda la actitud displicente y prepotente de las autoridades para enfrentar la situación. Partiendo de la conducta del Presidente, pasando por su ineficiente Ministra, hasta llegar al alcalde de Santiago, el cual desde su ignorante desparpajo amenaza con cerrar el Instituto Nacional, como si así resolviera la crisis en la cual se debate el sistema municipal de educación.
Juegan al desgaste del movimiento, apuestan a lograr así una pírrica victoria que satisfaga su desprecio hacia los educadores que trabajan con los sectores más carenciados de nuestra niñez y juventud. Es aquí donde adquiere validez la política impulsada en la anterior administración de desmunicipalizar la educación, como una herramienta válida para reconstruir un sistema nacional público de educación, que disminuya la brecha actual de calidades que está fundada en las capacidades económicas de la familia, porque eso que hoy sucede afecta a un derecho, el de educarse.
Teniendo presente la revolución científico-técnica que hoy vivimos, nadie podría negar que los currículos escolares requieren de ajustes significativos, porque se educa para el futuro. Pero tampoco nadie pueda negar la manifiesta carga ideológica que sustenta cualquier reforma curricular. Eliminar el conocimiento de la historia es pretender construir el futuro sin raíces. O dicho de otro modo, es profundizar el desconocimiento de lo que fuimos para proyectar a futuro la dominación de la élite minoritaria privilegiada sobre las mayorías.
Así, sin duda, se podría obviar el genocidio de la población indígena que significó el proceso de “conquista” de nuestra América, olvidar el ideario libertario de los próceres de la independencia, desconocer las luchas del movimiento popular que significaron avances en diferentes períodos de nuestra historia, así incluso se podría hacer creer que el Informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas sobre la situación en Venezuela, dado a conocer recientemente, es fidedigno, objetivo e imparcial.