Caiozzi: “Es quizá el peor momento de público, del cine chileno”

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De visita en China, el destacado director analiza el momento histórico de la cinematografía chilena, plantea renovar la legislación en esta materia.

 Alex Araya. Periodista. Pekín, China. Maravillado por la hermosa recepción que han tenido sus películas en China. Así se manifestó el destacado cineasta chileno, Silvio Caiozzi, luego de inaugurar en Pekín un ciclo con algunas de sus principales obras.

De visita en el país asiático, el autor de filmes insignes de la cinematografía nacional, como “Julio comienza en Julio” (1979), “Coronación” (2000) y “Cachimba” (2004), se dio un momento para conversar con El Siglo sobre su conexión vital con el séptimo arte y la situación actual del cine chileno.

 ¿Qué han significado las películas en su vida?

El cine, más allá de mi familia, es mi gran amor. Nací con este bichito raro, que apasiona, y he tenido la suerte de hacer lo que me gusta. Siento que todo lo que he hecho en cine es un regalo para mí. Que todas mis películas hayan obtenido premios nacionales e internacionales, es algo que uno no espera. Ahora, estar al otro lado del planeta, viendo una gran recepción del público, es algo que jamás imaginé. Me preguntaba, ¿cómo China va a comprender películas tan chilenas, tan latinoamericanas? Me llevé la sorpresa de que las entienden más que en nuestro país.

 ¿En qué momento de su historia está el cine chileno?

Un momento muy particular en que, por un lado, gracias a la ley de cine que peleamos hace muchos años hasta que logramos que fuera aprobada, existen fondos que ayudan al financiamiento de la producción de películas. El cine chileno, después de hacer una o dos películas al año, hoy está haciendo alrededor de 40 largometrajes por año. A eso agrégale documentales y cortometrajes. Es una cantidad muy importante para un país chico como Chile. A nivel de producción, la cantidad de cine es histórica. También a nivel de premios internacionales es una situación histórica. Antes, solo algunas películas ganaban, era una situación esporádica. Ahora todos los años alguna película chilena gana un premio importante. Lo incongruente, lo raro y lo curioso es que, a pesar de esto, de que el cine chileno tiene hitos maravillosos, es quizá el peor momento de público, de audiencia chilena del cine nacional, en el cine latinoamericano y cine independiente. Hay una audiencia que solo va a ver cine de Hollywood, generalmente pensado para niños.

¿Por qué pasa esto?

Porque en los últimos 15 años se empezó a producir un cambio brutal. Lo noté en mi penúltima película (“Cachimba”) y es que principalmente los exhibidores parecieran haber tomado la decisión de no darle pantalla al cine que a ellos no les gusta. Les gusta un cine que es cómodo para ellos, el cine que obliga a los niños a llevar a sus papás y su familia, un cine que vende pop corn, camisetas, globitos y juguetes: porque si te fijas, el pop corn y la Coca-Cola son mucho más caros que la entrada al cine. Entonces ¿cuál es el negocio de ellos? La venta de comida, no de cine. Transformaron las salas en ferias de entretención para que el público no vaya a ver cine sino que a gritar, a reír, a comer, a otra cosa. No es que esté en contra de eso, sino que sea solo eso.

¿Por qué la gente debería ver cine chileno o independiente y no quedarse con el cine comercial, con los súper héroes de The Avengers?

Porque si empiezas a crear un público que solo ve violencia, por un lado, y fórmulas repetidas y bastante insignificantes, por otro, terminas creando una audiencia que es muy buena para ser militares, soldados, pero no más que eso. Creo que la humanidad no está hecha para eso. Así de simple. Eso sería lo anticultural, el antidesarrollo. Eso es frenar el desarrollo educacional, cultural y la creatividad del ser humano para que sea, como mostró Chaplin en sus películas, un tipo que solo aprieta una tuerca y nada más ¿Queremos volver a ser ese ganado? ¿Esas ovejas que entran a la fábrica, como mostró Chaplin?

¿Cómo seguir potenciando el cine chileno?

Estamos en un momento en que necesitamos reestudiar la ley. No sé si creando una nueva ley o mejorando la que hay, para que se consideren puntos que la actual ley no considera, como por ejemplo la promoción del cine local. La ley actual resuelve, aunque no completamente, el tema de la producción, pero no está resuelto lo que pasa después de realizada la película; cómo esa película en la cual los chilenos han invertido plata, películas que han ganado fondos, pueden llegar a que la vean. Creo que llegó el momento de una nueva legislación que resuelva eso.

Existe la posibilidad de un intercambio entre China y Chile para colaborar en materia de cine…

Sí. Hace años se está hablando de eso y pareciera que se va a hacer. Se establecería un acuerdo de coproducción cinematográfica, lo que sería espectacular, justamente porque vendría a solucionar el problema de no tener pantalla. Ojalá la mayoría de los países latinoamericanos establezcan acuerdos con esta “otra mitad del mundo” que es China.

Su más reciente producción, “…Y de pronto el amanecer”, tuvo un reconocimiento en distintos países y certámenes (Mejor Película en el Festival Internacional de Montreal) ¿Cómo recibe estos galardones?

Siempre es una sorpresa gratísima y con esta película me ha pasado algo especial. Mis películas anteriores tienden al encierro, a la oscuridad, a la decadencia. Esta, en cambio, va hacia la luz, hacia la esperanza del personaje principal, que por primera vez siente que él es capaz, él renace, se rehace. Viejo, deteriorado, destruido internamente, renace y siente la misma vitalidad que sentía cuando era joven. Es una película tremendamente optimista, al revés de las anteriores. Eso ha hecho que el público reaccione muy conmovido. Eso es una sorpresa para mí. Que la gente se emocione, que la gente sienta que algo les remueve dentro. Y quizás uno de los temas que les llega fuertemente es esto que en realidad yo no lo he visto tratado en el cine, que te dice no importa la edad que tengas, puedes renacer, puedes darte cuenta de lo que has perdido en tu vida por no hacer lo que a ti te gusta. Puede pasar en cualquier momento: “…Y de pronto el amanecer”.

 

 

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