Presentación del libro “Recuerdo, Nuestra Luz Herida”, del abogado y escritor masón Gonzalo Villar Bordones que aborda, desde la poesía, la historia de hombres vulnerados en sus derechos humanos durante la dictadura. La memoria es porfiada y la luz que guía la vida cultural de la masonería universal, nunca se apaga, y cada cierto tiempo, cada vez con más osadía, les recuerda a los que bajaron la mirada y cerraron puertas que el reconocimiento al valor y a la falta de éste, también contribuye a la justicia. El texto la vida de 15 hombres masones que fueron asesinados por la dictadura y que hasta ahora no habían sido reconocidos en su calidad de librepensadores.
Amelia Donoso Ibarra. Periodista. Santiago. 9/2025. El Auditorio Citerior es el salón destinado a los actos públicos organizados en la sede de la Gran Logia de Chile. Los miembros de esta institución masónica masculina han visto transitar por sus pasillos a ilustres Premios Nacionales de Literatura, diplomáticos y presidentes de la República.
El lunes 1° de septiembre el edificio acogió el lanzamiento del libro “Recuerdo, Nuestra Luz Herida”, del abogado y escritor masón Gonzalo Villar Bordones. El texto aborda, desde la poesía, la historia de hombres vulnerados en sus derechos humanos durante la dictadura. La obra, a su vez, les reconoce su calidad de librepensadores, es decir, personas torturadas, asesinadas y desaparecidas que fueron miembros de la Gran Logia de Chile, es decir masones; pero también familiares de estos y miembros de la Fraternidad Alfa Pi Épsilon.
Uno de los presentadores del texto, el investigador en temas históricos de Gran Logia, Manuel Romo Sánchez, señaló que “la Masonería ha estado tradicionalmente asociada a la belleza y a las artes. El propio libro de las Constituciones, de 1723, dedica varias páginas a los himnos que se cantaban en las distintas ceremonias y en los ágapes. Más aún, la historia de la Masonería europea aporta nombres de excelsos poetas que formaron parte de las columnas logiales, atraídos por los altos principios masónicos y por el clima de fraternidad en que se desarrollaban nuestras actividades”.
La masonería chilena, indica Romo, “también atrajo a poetas, como el joven y aguerrido Guillermo Blest Gana, quien, junto con cantarle al amor y a la belleza, en 1858 organizaba movimientos revolucionarios en Valparaíso para deponer el despotismo de gobiernos autoritarios. Terminado el primer cuarto del siglo XX, llegó a nuestras Logias en Santiago, vistiendo paramentos masónicos, el poeta Vicente Huidobro, quien había sido iniciado y recibido sus grados de manos del QH Oswald Wirth. Huidobro, como sabemos, creaba mundos, amaba en grado superlativo y soñaba con cambios políticos que permitieran que los jóvenes dirigieran al país”.
En este contexto, de estrecha relación que ha existido entre la cultura, las artes y la masonería, no resulta extraño contar con el talento y el texto que presentó el escritor Gonzalo Villar Bordone, señaló Romo en su presentación del libro.
Pero más allá del arte, la belleza y en particular la poesía, lo que Villar hace con su libro, es que los muros de la Gran Logia de Chile se estremezcan en recuerdo, no solo en honor, de quienes fueron aniquilados y a quienes se les reconoce su calidad masónica. También convoca a mirar a una de las instituciones destacadas de la República y que, como otras, también guardó silencio en ese entonces y desvió la mirada, sin acoger a sus hermanos.
El General Alberto Bachelet, mientras estaba en prisión, fue expulsado de su Logia por vía administrativa y la Masonería cerró sus puertas para acoger su cuerpo y despedirlo con los honores con que se despide a todo Maestro Masón.
La cultura de suprimir personas que la dictadura practicó y de las formas más crueles, sancionadas todas como delitos de lesa humanidad, no excluye de sus responsabilidades a varias instituciones de la República. Luego de la noche oscura, vino de parte de éstas el silencio, la indiferencia, el olvido. Pero la memoria es porfiada y la luz que guía la vida cultural de la masonería universal, nunca se apaga, y cada cierto tiempo, cada vez con más osadía, les recuerda a los que bajaron la mirada y cerraron puertas que el reconocimiento al valor y a la falta de éste, también contribuye a la justicia.
El texto presentado recoge, en poesía, la vida de 15 hombres masones que fueron asesinados por la dictadura y que hasta ahora no habían sido reconocidos en su calidad de librepensadores. “Se constituye, de esta manera, el libro del QH Gonzalo Villar en un documento histórico que inmortaliza los nombres de los iniciados en los sublimes misterios de la Luz, para que sean grabados en el panteón de los inmortales que soñaron con acacias, mirtos y laureles, indicó Manuel Romo.
La presentación del texto también incluyó las palabras del asesor de la comisión de Derechos Humanos de la Gran Logia de Chile, Luis Santibáñez, quien mencionó que esta comisión fue constituida el año 2019, por iniciativa del actual Gran Maestro de la Logia de Chile, Sebastián Jans Pérez, yque están trabajando para levantar un memorial que recuerde a los masones vulnerados en su dignidad y vida.
Y quizás, por el necesario reconocimiento político que las instituciones de la República deberían hacer ante el país, Manuel Romo, señala en su presentación “que la obra del QH Gonzalo Villar no solo contribuye a poner tonalidades de belleza al sacrificio de tantas almas, sino que también para permitirle rayos de sol a la esperanza, pone al pie de cada poema, al pie de cada tragedia, a modo de corolario, el resumen de la indagación judicial sobre cada caso y las sentencias que aún cumplen muchos de los torturadores y criminales que asolaban a Chile en esos días invernales para la patria”.